Una vez le leí a alguien algo así como que se cortaría un cojón por tener la voz de Bill Callahan. Pues bien, yo me cortaría los dos por cantar como Will Oldham. Obviamente es una exageración. Una de esas cosas que se dicen para ensalzar la grandeza del referido. Los necesito aún. Creo. Pero es que ver y escuchar en directo a Bonnie “Prince” Billy resulta sobrecogedor. Una experiencia mística y quasi inenarrable, aunque a través de este post intentaré hacerlo.
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Estamos, sin ningún género de dudas, ante el cantautor norteamericano más importante de las últimas décadas. Un tipo que se prodiga poco por estas tierras, por lo que era de locos dejar pasar la oportunidad de verle aquí mismito, en Valencia -eterna olvidada de las grandes giras que transitan por España-. Así que, directo desde el curro y tras una dura jornada, marché hasta El Loco para ahogar mis penas en alcohol, con los lamentos del genio de Louisville de fondo. Salió a escena después de El Hijo -proyecto musical del ex - Migala Abel Hernández-, pero de su actuación poco puedo contar. Llegué bastante tarde y no le pude prestar mucha atención. Lo siento. Habría que pedirle cuentas al cenutrio de mi jefe.
La cosa es que el amigo Will se presentó con un traje de hombre mayor y, para sorpresa de propios y extraños, con la barba afeitada. Luciendo un bigotti pelirrojo bastante chingón. Venía acompañado de un puñado de brillantísimos músicos entre los que destacaban el líder de The Cairo Gang, a las voces y a la guitarra, y Angel Olsen, guapísima folk singer de Chicago provista de una voz angelical (entre otras cosas que no viene al caso mencionar). Y en estas que empezó el show. Y ya desde ese primer instante en el que “el príncipe” se arrimó al micro, se me pusieron los pelillos de punta para mantenerse durante las dos horas que duró el concierto. En una gloriosa sesión en la que salieron a relucir, una tras otra, varias de las gemas de ese increíble repertorio de Mr. Oldham (“Love comes to me”, “Merciless and great”, “Go folks, go”, “Qual & dumplings”, “No match”, “I see a darkness”, “No match”…) Ufff!!! ¡Altísimo nivel!
¿El acontecimiento musical del año en la capital del Turia? Muy probablemente. Por ponerle un pero, eché en falta en el repertorio a la maravillosa “Horses”. Y es que me hubiese gustado aquello de cabalgar sin miedo… y desaparecer en la noche...
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