Se vino el crimen colectivo y
este menda no ha dicho esta boca es mía. Grave. Ya hace un par de semanas de ello.
Encima salí vivo y relativamente satisfecho. Así que os hago participes ahora.
Tarde y mal. Achacadlo a la proverbial falta de tiempo del malfaener. O a lo que os salga de la punta del nabo. La cosa es que
asistí, que es lo importante. Sobretodo por presenciar el directo de Como Asesinar a
Felipes (en adelante CAF). Y es que necesitaba ver como defendían sobre un
tablao los cortes de esa marcianada inclasificable que es “Elipse” y que yo
mismo coloqué en el puesto 58 en la lista de los mejores álbumes del 2017. Aunque
también para catar la emulsión de hip hop y big band elaborada por las gentes
de La Brígida Orquesta.
Todo transcurrió en un espacio
como el del Teatro Municipal de Valparaíso hasta las trancas de un público
variopinto. Si bien, tras un sucinto estudio de campo - elaborado a ojo y sin
contrastar nada-, puedo afirmar que yo era uno de los más firmes candidatos a
ser declarado el pare ous. Los
primeros disparos fueron cosa de las once molondras que conforman La Brígida
Orquesta. Coupage de vientos al que se
añade una base rítmica y un peculiar rapero al que a veces no se le entiende
una mierda. Y no solo por mis problemas con el español chileno, que también.
Los tipos presentaron un puñado de canciones que, seguramente, formarán parte
de un álbum de debut aún por publicar. Tuvieron tiempo hasta de aparecer
disfrazados de fantasmitas a la vieja usanza (“A Ghost Story” style), tras el interludio. Y aunque
estuvo divertido, me pareció un tanto forzado. Rompiendo la fluidez con la
que se habían desempeñado hasta ese instante. Moló la irreverencia de la propuesta y los relatos cotidianos rimados por ese
peculiar emsí que es Matiah Chinaski.
También la rica sección de vientos compuesta por siete tipos. Más en lo que se
refiere a las trompetas que a los saxos, aunque para gustos los colores. Lo que
me sacó un poco del juego fue la sobre participación vocal del tipo a la pianola.
Un tal Gabo Paillao que parece ser es quien corta el bacalao. Una pena. Si
hubiera limitado su participación al aspecto meramente instrumental les hubiese
lucido más.
Terminado el show de la orquesta, fue el momento de que CAF saliera a escena y
tirara de setlist. El comienzo de los
santiaguinos vino a mostrar varias de esas canciones antiguas ya importantes en
su discografía. Hacía mitad pegaron más fuerte con sus temas de “Elipse” y
a Dios gracias. Creo que es lo mejor que han parido hasta el momento y a leguas
de distancia de todo lo anterior. Funky, rap, free jazz, hard rock, canción protesta y dos huevos
duros. Sermones y prédicas usando la lengua de Cervantes. Con ritmos y efectos un
tanto más duros –en ocasiones casi metaleros- a como suenan en el álbum. Retahíla
de temas que sonaron urgentes y mostraron la complejidad de una propuesta
tremendamente original.
Mereció la pena.