viernes, 29 de abril de 2016

Bailongueo loco en El Loco, lo que no es mucho ni poco

A ver, que se me había pasado contaros que el pasado viernes -no este y ya sé que me lo he tomado con calma- lo pasé de puta madre con unos colegas en el concierto ofrecido por los Posies. Iba con poquita expectativa y el principal aliciente no era el concierto en sí, sino la quedada de confraternización y la más que posible, luego confirmada, birradicción. El caso es que, a pesar de eso y de otras cosas más, como el excesivo precio de la entrada, disfruté del show como un enano. Dos horas de power pop a toda mecha en un concierto en el cual la banda de Seattle fue de menos a más.

Stringfellow, Auer y el nuevo bataca -muy bueno, por cierto- no se limitaron a tocar las canciones de su reciente álbum “Solid States”, de las que, he de reconocer, apenas si reconocí “W R Power” y un par más que en el reproductor no me matan. Vamos, ni esas ni otras ya que el disco en sí no me dice gran cosa. Por ello agrade mucho que el power-trío incluyera en el setlist trallazos como "Dream All Day", "Solar Sister" o "Flavor Of The Month", osea, los tres primeros cortes del no suficientemente reivindicado “Frosting on the Beater” de 1993. Tampoco estuvo mal la elección de las covers, especialmente esa particular versión de “Everything Flows” originalmente compuesta por los escoceses Teenage Fanclub.

Cuentan las crónicas oficiales que The Posies siguen siendo un referente en el asunto de las melodías infecciosas. Por una vez y sin que sirva de precedente les voy a dar la razón. Suenan atemporales, lo cual no es poca cosa, más aún si tenemos en cuenta que los tipos llevan un tiempecito sin presentar nada que pueda ser calificado de referencial. Otra cosa es el directo. Es la tercera o cuarta vez que les veo, con una distancia de unos quince años entre la primera y la última, y siguen sonando como un trueno. Es más, con una desenvoltura sobre el escenario con la que consiguen adecentar incluso sus peores composiciones. Y en los últimos años van unas cuantas. 

que lo pasé bien. Pagà la pena collons!
 

lunes, 11 de abril de 2016

Girls Names en la Wah Wah

Casi se me olvida comentar el paso por la capital del Turia de los norirlandeses Girls Names. Y hubiera sido imperdonable porque el concierto ofrecido fue realmente bueno. Además hay que tener en cuenta que, es con sus dos últimos álbumes, cuando el cuarteto de Belfast se ha destapado. Lo ha hecho dejando atrás esa suerte de noise popero sin chicha ni limoná que practicaban en los comienzos. Justamente de esos dos discos - “Arms around a vision” (2015) y “The new life” (2013)- se nutrió el repertorio de la noche. Desde petardazos como “Desire oscillations” o “A hunger artist”, pasando por “Pittura infamante” y finalizando con una maravillosa versión alargada y más intensa si cabe de “The new life”, ya en los bises. Magnífica muestra de post-punk elaborado al cargo de una banda que conjuga con suma maestría agresivas guitarras, teclados atmosféricos, voces entre lo lánguido y lo marcial, narraciones oscuras, amén de dar buena cuenta del histrionismo trágico patentado por Ian Curtis & Co.

Gran bolo si señor. Mucho mejor que la primera vez que les vi, ya hace unos años y sobre el escenario Vice del Primavera Sound. Y eso que, como relaté en mi crónica del evento, ya me gustaron de la hostia.

Antes que Girls Names se expandió sobre el escenario Tvnel, interesante proyecto de sonidos synth, EBM, electro, cold wave (añada aquí su etiqueta) al frente del cual anda un paisano. Y la verdad es que, para mi sorpresa, el tío sonó mu bien. No solo no desentonó, sino que estuvo al mismo nivel que la banda protagonista del show. Ná que ver con la actuación un par de días después de otra banda de la terreta que, más o menos, también se desempeña en el mundillo de los sonidos gélidos. Os hablo por supuesto de Pronoise y su concierto en el Maga. Y es una lástima porque su disco del pasado año- “The border crossing”- resulta sumamente evocador. No así el directo. Y es que, ni recurriendo al saber hacer del gran Jean-Luc de Meyer consiguieron salvar la cosa.

Ale, curtet de llet. No fa falta més.

martes, 5 de abril de 2016

Los Miranda en Valencia en pleno puente de Sant Vicent Ferrer

Ya hace unos añitos, ¿o quizás no tanto?, este menda gustaba de incorporar a sus espóradicas sesiones como pinchadiscos junto a su bro el Rojo, alguna cancioncilla de los Familea Miranda. Ya ha pasado tiempo de aquello, casi tanto como los seis años que han ido desde “Dramones” hasta “Radiopharm”, el último disco publicado por la banda catalano-chilena. Un álbum que se ha hecho esperar. Quizás demasiado. De ahí que les hubiese perdido la pista pese a que permanecían activos y, según me cuentan, dando el callo sobre los escenarios poniendo en práctica ese batiburrillo inetiquetable de post-hardcore, punk, lo experimental y hasta el math rock. Y justamente la herencia de bandas como Slint o Shellac, pero también de The Jesus Lizard, permanece intacta en el que ya es, o al menos eso creo, su sexto álbum. Desde luego el que les ha quedado más redondo y el que más visos de disfrutabilidad a largo plazo presenta.

Como ya he dicho, no estaba muy al tanto de los quehaceres del trío barcelonés, hasta que vi que programaban un conciertillo en Valencia. De hecho, una vez enterado, no lo dudé ni por un instante y mi plan para el viernes era acudir al Magazine a verles y con la espectativa de disfrutarles. Eso a pesar de que la competencia era realmente dura. Y es que, esa misma noche en la capital del Rechne, tocaban The Bellrays en El Loco y The Excitements en el 16 Toneladas. Pero por aquello de las viejas fidelidades, tenía clarísimo donde estaba mi lugar.
Seguramente por la mencionada coincidencia de eventos, la sala presentó una paupérrima entrada. Vamos, que lastimosamente, aquello no estaba vacío pero casi. También es verdad que, además de los otros bolos, la ciudad andaba un tanto “tranquila” ante la huida de todos aquellos afortunados con medios para escaparse en este último –o penúltimo o yo que sé- puente de la temporada.     

Lo mismo me dio que me dio lo mismo. Me alegro mucho de haber ido. Sin ser el concierto de mi vida, guardaré un grato recuerdo del mismo. Cortito y al pie. Destilando intensidad a raudales lo cual, según parece, es marca de la casa. Desgranado los cortes de ese “Radiopharm” que creo se situará entre los mejores discos nacionales –aquí y en Chile- a finales de este 2016. Y eso es todo. O casi. La próxima vez acudid a su llamado. No me seáis fomes. 


Por último comentar que, a modo de teloneros, actuaron los valencianos Polyester. Un dúo que practica una suerte de funk-rock que con algunas reservas recuerdan a aquel sonido patentado por Primus a finales de los ochenta – principios de los noventa. La verdad es que no les presté toda la atención que seguramente merecían. Aún así, me pareció que no sonaban nada mal.
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