miércoles, 17 de diciembre de 2014

Lo milloret de lo milloret 2014 - Del 50 al 41

50. Damon Albarn - “Everyday Robots”
Este 2014 también será recordado por habernos traído lo último de Damon Albarn. Un delicado trabajo de corte introspectivo firmado por el que fuera líder de Blur y Gorillaz, demostrando así su capacidad para escribir y producir música melancólica. ¡Mucho más cortavenas que todo lo que había hecho hasta el momento!
Colección de canciones pop en las que destaca por encima de todo lo demás, hasta el punto de convertir la experiencia auditiva en algo sumamente especial, la interpretación vocal de Damon. Y es que el músico de Whitechapel ha sido capaz de enfatizar ese aspecto hasta el extremo. Sacándole mucho más partido que a las colaboraciones de gentes como Brian Eno o la líder de Bat for Lashes con quienes ha contado para este disco.


49. Stephen Malkmus & The Jicks - “Wig Out At Jagbags”
Me hubiera gustado posicionar mucho más alto este disco, la última genialidad del front-man de Pavement. Y no solo porque Pavement sea una de mis bandas totémicas de los 90, que también. Pero bueno, Estebitan es otro de los damnificados por la avalancha de novedades que sepultó a algunos de los discos con los que más disfruté durante el primer semestre del año.
Pero no es tiempo de excusas ni de lamentos. Es el momento de ensalzar las melodías deslabazadas, el rock juguetón y las letras surrealistas de monsieur Malkmus. Por ser el responsable de este “Wig out al Jagbags”, disco alegre y optimista, a veces nostálgico. Quizás el disco más pop en la ya larga trayectoria del músico californiano. Un álbum con el que puede seguir presumiendo de personalidad y talante reconocible, pero también de tener el mejor flequillo del mundo mundial después del que se gasta Bardem en “No country for old men” (2007). He dicho. 

48. Los Waldners - “Eclipse Total Del Corazón”
Desde Costa Rica con amor...  más bien sin amor.
Buen debut el de este cuarteto nacido en San José allá por el 2011 y que practica una suerte de pop guitarrero y melancólico cantado en un bonito castellano con deje tico.
Eclipse total del corazón” es un disco dulzón y adictivo, melancólico que no tristón, en el cual destacan sus preciosas melodías. Canciones que dibujan un panorama bastante plácido hasta que alguien da la voz y Los Waldners deciden pasar a la acción, pisando el acelerador, pero sin pasarse, ya sabéis, ¡que estamos hablando de pop!
Estos si que son "chulos" y no esa mierda que cuentan en los aberrantes spots de Desigual.

47. Death From Above 1979 - “The Physical World”
El reencuentro de estos dos tipos tras diez años de distanciamiento, nos ha venido de coña a todos aquellos que siempre hemos disfrutado con su manera de hacer ruido. Y es que los viejos rockeros nunca mueren, aunque se hacen viejos y aprenden de sus errores. Tal vez por eso, a pesar de que, aparentemente, siguen la misma fórmula que les hizo grandes, “The Physical World” se presenta como un álbum más maduro e incluso sosegado (vamos, todo lo sosegado que puede ser un álbum firmado por estos dos animales). Pareciera como si Keller y Grainger hubiesen pasado de plantear sus soflamas sobre una base de hardcore pero con alma pop a la formula inversa, o sea, píldoras power-pop con alma hardoreta. Obviamente hay cosas que nunca cambiarán: DFA'79 continúan siendo, básicamente, bajo y batería a toda mecha. Es lo que siempre se le ha dado bien a los canadienses. Y que les (nos) dure.

46. Sharon Van Etten - “Are We There”
El nuevo álbum de la folk-singer de New Jersey destaca por los portentosos arreglos instrumentales. Una pompa que, desde luego, brillaba por su ausencia en “Tramp” (2012), el álbum con el que esta guapa treintañera se dio a conocer en medio mundo. Es más, a la vista de esto último, podríamos afirmar que la Van Etten ha subido de nivel. Y no entro a medir la distancia que ha puesto de por medio entre el ahora y sus dos primeros discos (“Because I was in love” de 2009 y “Epic” de 2010). Y es que Sharon ya no es simplemente otra chica con guitarrita, sino una verdadera cantautora capaz de dotar a sus composiciones de un revestimiento mucho más acorde a lo que nos cuenta. En este sentido, sus temáticas continúan siendo las mismas. Ahí la evolución no ha sido grande. Su vida musicada continúa siendo un land of pain en el que acumula fracaso tras fracaso y desengaño tras desengaño. Y ahí que sigue haciéndonos partícipes de sus purgas y miserias amorosas. Vamos, lo mismo que hacía Alanis Morissette, pero con más gracia y distinción. Destructivamente atrayente.

45. Toumani & Sidiki Diabaté - Toumani & Sidiki
El toque exótico de la lista viene protagonizado por dos músicos de Mali. Galardonados con el Grammy al mejor álbum de World Music 2014, los Diabaté, padre e hijo, nos han regalado un bonito y fresco artefacto musical que hará las delicias de los aficionados a la música africana y -¡que coño!- a la música en general. Lo digo porque un servidor no es que sea fan incondicional de estas músicas, pero bueno, tampoco se mantiene ajeno a las joyitas que descubre, muy de tanto en tanto, provenientes de cualquier rincón del planeta. Esta es una de ellas.
Don Toumani Diabaté, para los que no lo sepáis – yo era uno de esos- es un instrumentista mundialmente reconocido como el mejor intérprete vivo de kora, una especie de laúd africano que tiene la friolera de 21 cuerdas. Su hijo Sidiki es la estrella emergente del género y es que de casta le viene al galgo. El diálogo musical entre ambos se transforma en una delicia sensorial bastante difícil de describir. En ocasiones parece que escuchemos el sonido de un arpa, otras el de un piano y hay momentos en los incluso pareciera como si sonara una suerte de flamenco relajado. 
Un disco que se convierte en una experiencia sumamente enriquecedora.

44. Cold Cave - “Full Cold Moon”
Este álbum contiene un trallazo como “A little death to laugh” y aunque solo fuera por eso ya merecería entrar en esta lista. Pero es que es mucho más que eso y ahí están “People are poison”, “Oceans with no end” o “Nausea, the Earth and me” para corroborarlo.
Full cold moon” es un recopilatorio de todos aquellos singles que Wesley Ensold ha ido publicando a través de su sello Heartworm Press durante los últimos tiempos. Doce composiciones enmarcables dentro de la mejor tradición dark wave surgida del país de las barras y estrellas. Un ciclón industrial en el cual los desbocados sintetizadores y los loops afilados rodean al oyente en plena influencia de gentes como Cabaret Voltaire, New Order, Depeche Mode o Suicide.

43. Helms Alee - “Sleepwalking Sailors”
Dicen los que saben de esto que “Sleepwalking sailors”, tercer álbum del trío Helms Alee, tiene un punto de mayor accesibilidad que sus dos discos anteriores. Estoy de acuerdo. De alguna manera, esta peña de Seattle ha sabido convertir en digerible toda aquella energía sludge y post-hardcore que antaño campaba a sus anchas sin orden ni concierto. El resultado es un disco potente en el cual las ráfagas de distorsión y los gritos marca de la casa se complementan con momentos de calma. Un artefacto en el que no faltan toques de stoner, marañas sónicas dignas del mejor math-rock e incluso cierta cadencia pop en las armonías de apoyo. Un conjunto de canciones que se enroscan sobre si mismas, subiendo tan rápido como se despeñan, pero que, aunque parezca difícil de creer, se escapan de esa clase de complejidad virtuosista que tanto aleja a este tipo de bandas de un público más amplio.
Retorciendo las similitudes hasta el extremo, os diré que en algún momento me han venido a la cabeza ecos a los Filter del “Short bus” (ya sé que lo flipo, pero eso es lo que hay).

42. Sleaford Mods - “Divide And Exit”
Jason Williamson, líder de los Sleaford Mods, es un bocazas que pa'qué... ¡Pero es un puto genio! Además de un tipo bastante interesante por las cosas que dice y como las dice. Digamos que es un Boyero musical surgido del extrarradio londinense y con un toque de inmediatez trascendente a la que es imposible resistirse.
Sleaford Mods, la banda, viene a ser la propuesta de un par de punkarras metidos a raperos y eso tiene su gracia, pero también sus limitaciones. Respecto a estas últimas,
la principal de ellas es evidente: los ritmos no pueden ser más básicos. Vamos, que un servidor con un organillo Casio, de aquellos que se regalaban a quienes ya nos acercamos a la cuarentena para la Comunión, es capaz de sacar bases más elaboradas que las generadas por Andrew Fearn. Pero haciendo de la necesidad virtud, hasta de esa simpleza sacan partido. Por contra las letras son su gran fortaleza. En ellas sacan a relucir todo el desespero y la rabia que tienen dentro, atacando a sus bestias negras que son muchas y variadas. Y es que el odio es una fuerza poderosísima y eso lo sabemos todos. Y si encima uno utiliza el cockney para expresarlo...
Una auténtica “almorrana musical”, en palabras del gran Kiko Amat, que mola mucho más que The Streets con quienes les han llegado a comparar.

41. Benjamin Booker – s/t
Según he leído, la historia de este compay es un ejemplo de eso que se viene en llamar “el sueño americano”. Aunque bueno, según yo lo veo, parece más un arrieritos somos hispano versión iuesei. Y es que, según cuentan, el joven Benjamin quería currar en la NPR, la radio pública norteamericana, pero no le dejaron. Ese despreció le determinó a marcharse desde su Florida natal hasta Nueva Orleans, la cuna del jazz, donde se agenció una guitarra con la intención de convertirse en una especie de guitar hero. Al final el tío llegó a ser tan brillante en el manejo de las seis cuerdas, que llamó la atención de quienes le habían cerrado la puerta. Esta vez se la abrieron de par en par. Y así fue como el señor Booker consiguió su sueño de formar parte de la radio, pero no como entrevistador sino como entrevistado.
Lo cierto es que el disco de debut de Benjamín Booker ha caído como un bombazo entre la crítica especializada de los Estates. Con una fórmula que el Rolling Stone define como blues-punk-rock, el guitarrista mulato la está petando. Y no es para menos. Sus riffs de guitarra, pero sobretodo su particular timbre de voz, bien lo merecen. Y esa fórmula que puede parecer blues del de toda la vida, pero que no lo es. O sí. ¡O yo qué sé! Pero suena diferente, especial, cuando, a priori, pareciera que nos va a ofrecer algo mil veces escuchado en otros tantos músicos de color.
Vamos, que con este álbum sin título, Benjamin Booker se ha ganado el ser considerado como una de las grandes promesas de la música estadounidense.

2 comentarios:

  1. Los primeros diez que pones y ya puedo ir picoteando cosas que no me he llevado al oído, mire usted (uy, que Aznariano esto último). El regreso de Death Above ha sido muy grande y el de Malkmus igual. Lo del flequillo me ha dado para unas risas, Espero con ansías las continuaciones.

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  2. Siempre ha sido usted muy aznariano... jejeje
    Yo espero su lista Monsieur,,, ¡Ya tarda!

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