Mi última lectura se la debo a la recomendación de un librero ocasional. Tal vez porque recién arribaba desde Alemania, o simplemente en agradecimiento al generoso gesto -y eso que este menda no hace caso a una puta recomendación ni aunque se la haga el fakin Cormac McCarthy-, el caso es que me agencié la obra más representativa de Heinrich Wilhelm Von Kleist (Fráncfort, 1777–Berlín, 1811). Por otra parte, nunca viene mal reencontrase con estilos y literaturas con las que se disfrutó durante la juventud, abandonadas hace ya demasiado. Y es que Von Kleist es uno los principales representantes del romanticismo y de la literatura nibelunga en general. Alguien que, coherentemente con la filosofía de vida escogida, se suicidó cuando apenas contaba treinta y cuatro –atormentadas- primaveras.
La novela en cuestión se titula “Michael Kohlhaas”, como el tratante de caballos que la protagoniza. Un tipo que sufre un abuso a causa de unos discutiblemente necesarios aranceles para atravesar una también discutible frontera. Comienza entonces su periplo para que se haga justicia. Pero a mitad de camino, harto ya de recibir la medicina del “no procede” o el “vuelva usted mañana”, Kohlhaas debió pensar aquello del "como broma ya está bien"y en consecuencia decide tomarse la justicia por su mano. Es justo aquí, con nuestro protagonista tirándose al monte a lo Braveheart, cuando la cosa reviste mayor interés. Porque hasta entonces la novela no pasa de ser un interesante antecedente de “El proceso” de Kafka (aunque menos kafkiano). Y es que la influencia reconocida de Von Kleist sobre la obra cumbre del escritor praguense, se siente y mucho.
Algo que me ha resultado sumamente interesante, es el tono marcadamente judicial de la novela. ¡Leguleyo que es uno! Vamos, que “Michael Kohlhaas” puede leerse perfectamente como una sentencia. Y no solo por el estilo literario, también por la estructura de la propia novela, con sus antecedentes de hecho, fundamentos de derecho y ese apoteósico fallo final. ¿Sentencia firme o recurrible? Mucho me temo que no, a no ser que exista algún tipo de amparo judicial en la morada de Yisucraist. Veritas in Deo mediante.
En fin, que m’ha gustao Xé…
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PD. Me he topado con una reciente adaptación cinematográfica que no sé si quiero ver. Me genera muchas dudas. Y ello a pesar de estar protagonizada por el siempre resultón Mads Mikkelsen...
martes, 21 de abril de 2015
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