El caso es que, en todo ese tiempo, he tenido la suerte de verle en directo un puñao de veces. Y es que el tipo no ha parado de girar por España, con ocasionales visitas a Valencia. Contando la última, la que aquí me ocupa, creo que son cuatro los recitales al cargo del a veces orondo y otras barbudo folk-singer de Seattle a los que he asistido. Y de todos ellos guardo un grato recuerdo. Es difícil resistirse a ese folk-rock tan sentido, a esa americana a la maniera de Jurado con su psicodélica deriva y a esa increíble capacidad de sobrecoger. Recuerdo con especial cariño aquel bolo en el Black Note, en la gira promocional de “Caught in the Trees”, cuando vimos a un Damien Jurado sumamente hundido, lloroso, sintiendo a flor de piel todas y cada una de sus letras. Un show deliciosamente triste, como el disco del cual se nutrió. Música surgida desde las entrañas que dejó a su protagonista como una piltrafa al final de la velada.
Un sentido "sí home" de Damien |
Y no es que me parezca ni mal ni bien, solo es que prefiero al Damien Jurado cantautor, especialmente al más oscuro y cagapenas. Si me apuráis, incluso le prefiero en su versión más rockera y juvenil presente en aquel “I break chairs” del 2002, cedé que llegué a rayar de las vueltas que le pegué. Pero bueno, todo es cuestión de adaptarse y aunque reconozco que me costó aceptar a ese álter ego místico que protagoniza sus tres últimos álbumes, el reciente “Visions of Us on the Land” (2016) me tiene absolutamente atrapado.
Ese es el motivo por el cual, muy a última hora, decidiera acudir a la sala El Loco el domingo por la tarde. Un espectáculo en el que el señor Jurado interpretó de manera solvente gran parte de los cortes incluidos en su último álbum, el que supone el cierre del viaje espiritual de ese trasunto de sí mismo que nuestro héroe se ha sacado de la manga. Aunque bueno, ya veremos, porque lo mismo se dijo tras “Brothers And Sisters Of The Eternal Sun” (2014) y a Dios gracias que no fue así.
Del concierto tan solo decir que, en líneas generales estuvo bastante bien y por momentos requetebién (ea!). Con un sonido impecable, quizás a excepción de algún problemilla relacionado con la acústica de su guitarra durante la interpretación de algunos cortes. Consiguió plasmar ese ramillete de sonoridades que se expanden en los casi veinte temas integrados en ese “Visions of Us on the Land” que ha dignificado la sobrevalorada trilogía del hombre perdido en busca de sentido y que me/le perdone el doctor Frankl. Con todo insisto en un argumento anterior: Damien, no es que ahora no me gustes, pero antes molabas más.
Antes que él salieron a escena los canadienses The Weather Station, proyecto de folk suavecito -tirando a ñoño-, al frente del cual se haya la actriz de culebrones Tamara Lindeman. Tenía cierto interés en ver como se desenvolvía sobre el tablao ya que su disco de 2011 “All of it was mine” está bastante bien. Pero ná. Otra ración más de chica con guitarrita pero sin punch. La actuación se resume en un seguido de canciones que parecían todas una. Eso sí, la voz muy bonita y mucha sensibilidad y ternura y todas las mandangas que suelen añadirse en estos casos. Más aburrido que un terremoto de seis grados en la escala Richter para un chileno. Durmió hasta a las ovejas.
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