jueves, 29 de junio de 2017

Por favor, mátame

Esta es la conocida frase fijada en la desgarrada camiseta de Richard Hell, uno de los miembros originales de Television. Aquel que, en palabras de Malcolm McLaren, sirvió de inspiración para crear la imagen de sus Sex Pistols y por ende del punk a la británica, vendido a medio mundo como el único y verdadero. Hay en este libro una anécdota relacionada con eso, relatada por el propio Hell, que nos da buena cuenta de cómo estaban las cabezas por aquel entonces. Parece ser que un grupo de enfervorizados punks neoyorquinos se le acercaron para preguntarle si quería que hiciesen realidad el lema de su estampado. Y es que a veces la actitud se nos puede ir de las manos. 

Esta y otros cientos de historias son las que se cuentan en “Por favor, mátame – La historia oral del punk". Narración coral compilada y estructurada por Legs McNeil y Gillian McCain en la que se da cuenta del nacimiento de este movimiento musical y más allá. En boca de muchos de sus protagonistas, pero también y especialmente a través de los actores secundarios de la escena. Es decir, de los sufridos mánagers y abnegados roadies, de reputados fotógrafos y productores, groupies y amantes de todo tipo y condición, amigos, medio-amigos, medio-enemigos y directamente enemigos que nos descubrirán las obsesiones, perversiones y debilidades de las estrellas.

Comenzando a finales de la década de los sesenta por la Gran Manzana y con una de sus bandas insignia, la Velvet Underground de Lou Reed y John Cale, con la colaboración inicial de Nico, Warhol y todos los personajes pululantes en el entorno de la Factory. Más tarde con Patti Smith y su banda de acompañamiento, los New York Dolls, Television con o sin Richard Hell, Johnny Thunders & The Heartbreakers, los Dead Boys y hasta los Dictators traídos desde Cleveland por los chicos de la revista “Punk”. Siguiendo por el Detroit de los MC5 y de Iggy y sus Stooges, con el partido de los White Panthers y el loco de John Sinclair.Y acabando en el Londres de Malcolm Mclaren, con sus Sex Pistols, pero también con los Clash. Todo ello para esclarecer el proceso de alumbramiento de este heterogéneo movimiento.

Una completa retrospectiva que te atrapa y no te suelta hasta mucho después de finalizarla. Trepidante, asombrosa pero también decepcionante en lo que se refiere a comprobar que tal número de obras maestras hayan sido creadas por tipos tan vulgares y hasta miserables. No hay nada de épica en lo que se nos cuenta, tan solo agitación, exhibicionismo, divinidad mal entendida, decadencia y muerte. Y es que, en torno al ochenta por ciento de los participantes del relato ya transitaron hacía el otro barrio y no precisamente por muerte natural. 

Un libro diría que imprescindible para cualquier melómano que se precie de serlo.
“¿Por qué lo llamamos Punk?
La palabra punk resumía todo lo que nos gustaba. Las borracheras, las cosas desagradables, la inteligencia sin pretensiones, el absurdo, las cosas divertidas, irónicas, y todo lo que hiciera referencia a la parte más oscura del individuo.” *
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*Cierto que, a parte de gamberro, rufián, jovenzuelo, de baja estofa, la palabra punk también identifica a una mujer que ejerce la prostitución, o, en un contexto carcelario, al hombre utilizado como un compañero homosexual. 

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