Pues mira, no me ha molado
mucho este librito de Larry Brown. La que es mi introducción en el universo sureño
del fallecido autor de “Amor malo y feroz”.
El caso es que le tenía
ganas. Y debe ser que la expectativa me ha jugado una mala pasada. Eso y que
todo en esta historia de buenos y malos, paisajes mugrientos y perdedores
arquetípicos, resulta muy manoseado. Otra historia más del hijo pródigo que vuelve a casa enfurecido y dispuesto
a pasarle la boleta al responsable de sus desgracias, tras una temporadita alejado.
A la sombra y en la musicalizada penitenciaria de Parchman, en el caso que nos
ocupa. Enésima tragedia griega a la americana, con sus toques de thriller y
efecto bola de nieve que anticipa un final inexorable. Aquello de que lo que
mal empieza, acaba peor.
Alguna de las tramas secundarias
resulta interesante, así como el retrato de los personajes. Así en general. Porque
el maniqueísmo en lo que respecta a los dos principales me chirría un poco. De
hecho no le encuentro sentido. También me sobra ese final entre lo abrupto y lo
acelerado.
Manifiestamente mejorable. Seguiremos
probando con el autor.
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