Conocí a la Pascuala casi a
la vez que a mi pareja. Algo tendrá que ver el que vengan del mismo sitio y que
se hayan criado –al menos en gran parte- a menos de 20 kilómetros la una de la
otra. Si bien y merced al hijoputa de Augusto Pinochet y a su ímprobo esfuerzo
por destruir cualquier rastro de cultura y disidencia en Chile, la acordeonista
nacería en Girona. No siendo hasta un par de años después cuando se “devuelva”
a la ciudad patrimonio. Tal vez sea que, como le pasa a los de Bilbao, los porteños
nacen donde les viene en gana. Y bien que me parece.
Lo que propone Pascuala
Ilabaca, junto a sus inseparables Fauna, es un fórmula bien arraigada en el
folclore chileno, pero incorporando ciertos aires de jazz, pop-rock y alguna
cosita más. Recogiendo influencias que pasan por todo el catálogo de la chilenidad
musical y que van desde la Violeta Parra hasta Víctor Jara, desde la cumbia
al trote, pasando por la cueca. Amén de incluir referencias a lugares tan
alejados del país trasandino como pueden ser la India, México o el
Mediterráneo. Nada es casualidad. La chica nació en Catalunya, residió por un
tiempo en la tierra de Zapata y en su formación artística pasó por el país de los
mil colores.
Por si no la conocéis, esta
treintañera es una joyita escondida. En mi opinión, la artista más destacada dentro
de la nueva generación de trovadores chilenos. Y a cierta distancia del resto.
Alguien que, si no se tuercen las cosas –y por ahora no lo parece- habrá de
convertirse en una referencia clásica dentro de la música chilena. Si es que no
lo es ya. Aunque bueno, démosle tiempo al tiempo.
Como ya os he dicho, acudí a
su último concierto. Fue el día 19 y aquí mismito, en Quilpué City.
Concretamente en la fonda del Trotamundos. Precioso marco que deberías conocer
si resides o tan solo andas de paso por la Quinta Región. En el último día de
feriado oficial y a modo de despedida y cierre del atracón de asados, empanadas
y terremotos que es en lo que básicamente consiste esto de las fiestas patrias.
Dejando de lado la milonga del dieciocho chico, por supuesto. No se me ocurrió
mejor forma de hacerlo que acompañado de la poderosa presencia escénica de Pascuala
y esa voz que le ha dado Brahma, Elche, Viracocha y/o Jotacé con toda la
planilla de apóstoles a su servicio. Y también la de esos maravillosos músicos que
la acompañaron en la interpretación de las quince -¿o dieciséis?- canciones que
allí sonaron.
Tremendo repaso a los siete trabajos publicados hasta la fecha por la artista de Valpo. Con una presencia especial
para aquellos temas que integran su nuevo disco y del cual interpretaron “Te
Traigo Flores”, “Son de la Vida”, “Manikarnica” o “El Baile de Kkoyaruna”. Esta
última es por ahora mi favorita. Entre medio hubo espacio para que desfilaran temazos
como “El Arado” (original de Víctor Jara) o “Canción Quechua”, ambas incluidas
en “Me
saco el sombrero” (2014). También para “Pupila de Águila”, “Y Arriba
quemando el Sol” o la preciosa “Teneme en tu corazón”, del disco homenaje a
Violeta de 2008. “Ay Mamita, Mamita” y “Diablo Rojo, Diablo Verde”, del álbum
de idéntico nombre publicado en 2010; “Busco Paraíso”, “Isla” o “Carnaval de
San Lorenzo de Tarapacá” y “Caminito Viejo” integradas en los discos de 2015 y
2012 mencionados al comienzo...
Un hermoso show el ofrecido
por esta alumna aventajada de Violeta Parra. Dejo aquí una listica del Spotify que condensa -mah o menoj- lo que por allí sonó.
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