jueves, 13 de noviembre de 2008

Las crónicas de Narnia: El león, la bruja y su puta madre


“Las crónicas de Narnia: El león, la bruja y el armario” es una película no-dirigida por Andrew Adamson en el año 2005. Walt Disney Pictures en la producción, ¿cómo no? 
Lo más triste es que fui verla de estreno. Al Punt de la Ribera, si mal no recuerdo. Sí amigos y no fui acompañado por mi pareja, ni tenía entradas gratis, ni me amenazaron a punta de pistola… Vamos, que no hay ninguna eximente que justifique el haber tirado dos horas y pico de mi vida, además de los seis euros de rigor, a la basura. Se ve que en aquella época no había crisis. Tan sólo esgrimir en mi defensa que me acompañaban unos cuantos infelices más. Aunque ya se sabe que mal de muchos...

Y eso que la aventurita de estos cuatro hermanos que acceden a un mundo paralelo a través de un armario mágico mientras juegan al escondite, tenía una pinta malísima. Una adaptación de C.S. Lewis, el escritor más ñoña que ha parido madre. Pero es que además, en el trailer promocional salía un león parlanchín y eso nunca es buena señal. Grabadlo en vuestra mente: ¡No ir a ver cintas protagonizadas por animales que hablan! NEVER!!!

La cosa aún tiene más delito porque lo he vuelto a hacer. O sea, que he vuelto a ver “Las crónicas…” de los huevos. Si la primera vez lo puedo explicar -que no justificar- por cinefagia pura y dura, esta segunda no tiene perdón de Dios. Vale que uno tiene sobrinos pequeños y hay que hacer sacrificios cuando se está con ellos… ¡¡¡Pero no tantos, juer!!! En mi descargo diré que apenas le presté atención… ¿Cuela? Ya sé que no cabrones. Penitenziagite.

No voy a extenderme más. Reproduzco aquí el comentario que sobre la película colgué en su momento en la web del Filmaffinity. No me retracto de nada. Si acaso de quedarme corto a la hora de darle palos…
“Decepcionante película en todos los sentidos, ni entretiene, ni divierte, ni sorprende... ni se deja ver. Lenta hasta la saciedad, llena de forzadísimas situaciones, infumable en todos sus aspectos, fatalmente interpretada por unos niñatos a los que dan ganas de gasear y por una bruja mala que esperamos se dedique a partir de ahora a sus labores, por el bien del cine. Y por si no teníamos suficiente con todo este elenco de despropósitos, la película cae en los peores vicios de la factoría Disney, ñoñería, pasteleo, sensiblería barata... lo cual nos lleva a visionar una superproducción chusquera que se dedica a reproducir batallitas al estilo de las del Señor de los Anillos, pero en estas no muere ni el Tato... coño, parece un episodio del Equipo A!!!.Conclusión: Si quiere echar a la basura su tiempo y su dinero, si quiere castigar a sus hijos por portarse mal, o directamente si usted o sus hijos son gilipollas, pues vayan a verla....
P.D. Si alguien conoce la dirección de la bruja, los niños protagonistas y el director, o sabe de lugares que suelan frecuentar, por favor denles un par de hostias de mi parte...”

Vale… Voy a añadir un par de cosas:
1. ¿¡Que hostias hacía aquí la oscarizada Tilda Swinton, que va de buena actriz por la vida!?
2. ¿¡Cómo he podido aguantar un bodrio que dura 140 minutos dos veces?!

Mi próxima crítica será sobre “Las crónicas de Narnia: El prícipe Caspian”.

¡Y un huevo!

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