martes, 11 de noviembre de 2008

Ladytron, “Velocifero”


Una de las agradables sorpresas musicales de este 2008, es lo último de los británicos Ladytron. Quién nos iba a decir en el 2001 que estos cuatro chicos de Liverpool, con pinta de aprendices de Kraftwerk y  nombre de canción de la Roxy Music, iban a volver con este pedazo de disco bajo el brazo. Y es que Ladytron están de vuelta con “Velocifero”, el cuarto trabajo en su aún corta trayectoria. Desde ya uno de los momentazos del año en lo que a lanzamientos se refiere.

El álbum se presenta como un perfecto cruce de melodías pop ochenteras, ramalazos de rock machacón y, sobretodo, bases electrónicas de todo tipo y condición. Más cañeras en el caso de “Runaway”, o tirando a lánguidas como en el de “Ghosts”. Es por ello que se haga difícil bautizar estilísticamente el nuevo artefacto. La receta se compone de diferentes elementos que, una vez mezclados y adecuadamente presentados, configuran un sonido propio con el que es complicado establecer comparaciones. No obstante, aunque parezca contradictorio y seguramente lo sea, escuchando algunos de los cortes me vienen a la cabeza mil grupos… Desde My Bloody Valentine, a Nine Inch Nails, pasando por Butterfly Messiah… Aunque luego los vas descartando uno tras otro.

Con todo, lo más interesante de “Velocifero” es como ahonda en esos sonidos teñidos de oscuridad, muy en la línea del electro-dark centroeuropeo, pero sin renunciar a las melodías dulces conducidas por la voz seductora de Helen Marnie. Tampoco a las distorsiones, a las potentes percusiones y a las guitarras, por supuesto. A mí lo que más me gusta es la contundencia rítmica en canciones como “Black Cat”, cantada en búlgaro por Mira Aroyo. También las siniestras atmósferas de “Burning Up”, a mi modo de ver, el mejor corte de todo el álbum. Sin perder de vista el que es y será el pepino promocional: “They Gave you a Heart, They Gave you a Name”.

Así pues y en resumen, gran retorno el de Marnie, la búlgara y los dos maromos a través de un gran disco que no decae en ningún momento durante sus trece canciones. Que no obtendrá el inmenso caudal de loas y parabienes de su predecesor “Witching Hour” y eso que, en varios aspectos, lo supera. Lástima no poder ver su puesta en escena y eso que lo tuve cerca. Hace unos meses pasaron por Valencia en el marco de su gira española y me los perdí. Otra vez será.

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