Durante
el siglo XVII y en la Inglaterra post-isabelina, se desarrolló una
tipología pictórica consistente en la realización de grandes cuadros de
caballete, con retratos del Rey Jacobo I y la Reina Ana -posteriormente serán
de Carlos I, su heredero-, así como de otros cortesanos de la época. Una
pintura que, vista en comparativa, dista mucho de lo que se estaba realizando por
aquel entonces en Italia, España o Francia. Cuento esto para enmarcar esta
mierda de cuadro con el que me he topado en un libro sobre el barroco inglés,
mientras preparaba un trabajo para la Universidad. Algo que, por cierto, de
barroco tiene bien poco.
Os lo he puesto porque a veces uno tiene la sensación de que hay cosas que se
estudian únicamente porque son antiguas. Y es que parece obvio que esta cutrez
carente de perspectivas y plagada de personajes ridículos dibujados siguiendo unas
escalas absurdas, es obra de un artista mediocre y no la de un importante creador
digno de ser reconocido por la historia del arte. Tened en cuenta que, en ese momento,
en el concierto europeo habían surgido figuras como Velázquez, Van Dyck,
Caravaggio o Rubens, por citar sólo a unos cuantos. Mientras tanto, en las
islas, pues esto... Hasta que desembarquen por allá los grandes de la pintura
flamenca.
Aunque bueno, cabe la posibilidad de que el perpetrador de esta basura fuese un
cachondo mental. Alguien que, tirando de la célebre flema inglesa, estuviera
burlándose de las élites de la Inglaterra setecentista y por extensión de todos
los estudiosos del arte que con posterioridad habrían de analizar seriamente la
obra. ¡Por qué no jodamos! Esto tiene que estar hecho a posta... Si no fijaos en
la tipa muerta saliendo de la cama… ¿Qué es sino un claro antecedente del
fantasmita Casper? Por cierto que el cuadrito de marras se titula “Retrato
de Sir Thomas Aston junto al lecho de muerte de su esposa”. Fue pintado al óleo
por John Souch allá por el año 1635. Ya ha llovido desde entonces…
Y eso nos enseñan en la Facultad de Historia del Arte. Así nos luce el pelo.
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