Se supone que hoy -con cierto retraso ya lo sé-, debía
aparecer en este espacio mi crónica personal sobre lo acontecido durante el
pasado fin de semana en el marco del festival Turborock 2011. Es más, contra mi proceder habitual, tomé
notas a pie de escenario con la intención de elaborar un post resumen empleando mayor rigor informativo que el habitual. Pero
da igual, paso de ellas, paso del festival, paso de Benidorm e incluso paso de
la música, después de ver en directo a Slim
Cessna’s Auto Club todo lo demás no importa. Y la cosa tiene su aquel… porque ya me lo advirtió Txarls y yo no le
hice caso… descreído… encara et passa
poc, mec!!!
Los que sigáis habitualmente este espacio ya sabréis que eso
que se ha venido en llamar country gótico,
con los magníficos 16 Horsepower como
precursores y gentes como Wovenhand, Lilium,
Tarantella, Jay Munly en sus variadas formaciones, The Denver Gentlemen, Those Poor Bastards y estos Slim Cessna’s Auto Club como alumnos
aventajados, es uno de mis “estilos” musicales predilectos. No os sorprenderá
por tanto que os diga que la sola presencia del quinteto de Colorado en el cartel del Turborock
justificaba para mí el pagar la mordida de rigor. Y por si no estaba ya satisfecho por el mero hecho de poderles ver en directo, la
cosa aún fue mejor… ¡qué cojones!... fue mucho mejor!!! ...una auténtica barbaridad. Vamos, creo no
exagerar si os digo que es la experiencia religioso – musical más impactante a
la que nunca he asistido. Y os aseguro que van unos cuantos conciertos ya.
Y es que la propuesta del amigo Slim
Cessna junto a su socio Munly Munly aka Jay Munly es algo digno de ver y
contar. Una misa oscura celebrada en la casposa Benidorm, con una escenografía redneck traída desde el último rincón de
América. Esos dos tíos desgarbados vestidos de riguroso negro, con botas
camperas, sombreros de cowboy, llamativas
hebillas en los cinturones, junto sus tres compañeros de fatigas, algo más
discretos en la indumentaria a parte de una variada imaginería cristiana de un kitsch que te cagas, que nos ofrecieron un
bolo memorable, una actuación de esas que crean afición. Con una escenografía
sobrecogedora en la cual cobró especial importancia la participación del cadavérico
Munly, a quien un servidor cual converso a la religión hillbilly
llegó a acariciar la cabeza, chocar la mano y tocar su escuálido hombro. Y mientras éste
se mezclaba entre el público para anunciarnos el inminente advenimiento del
Apocalipsis, su socio agachado a pie de escenario me anunció a mí ¡y solo a mí!
que el camino a la salvación está en Jesús… y he de deciros que le creí… I believe!!!
Lo sé, es difícil de entender si no estuvisteis por allí. Pero aún
será más difícil de olvidar para los que tuvimos la suerte de presenciarlo. Un fabuloso
encuentro y un maravilloso espectáculo que bien vale lo que te quieran cobrar. Y
aunque sé que va a estar complicado, espero con ansia el retorno de estos dos
predicadores de Denver, allí estaré yo para recibirles con los honores que merecen. God bless Slim Cessna’s Auto Club!!!
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PD. Mañana crónica del Turborock 2011. Lo prometo.
PD. Mañana crónica del Turborock 2011. Lo prometo.
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