martes, 14 de abril de 2015

Hasta siempre Oskar... eterno uruguasho

Decía Günter Grass que “incluso los malos libros son libros y por lo tanto sagrados”. No sé lo que hubiese pensado el bueno de Günter de haberse leído el libro de Belén Esteban, aunque bueno, entiendo el sentido de su frase.
Obviamente si traigo aquí a colación al último Premio Nobel de Literatura alemán es porque acaba de fallecer. Y no se trata de cualquiera. Hablamos del autor de “El tambor de hojalata” su obra más importante y reconocida, fábula negra con la que Grass retrataba el rostro olvidado de la Historia. Una maravillosa novela que me marcó en la adolescencia, cuando la leí por primera vez. ¿Cómo olvidar al eterno infante Oskar Matzerath y a su tío Jan Bronski? ¿O aquel episodio de las anguilas y la cabeza de caballo?

Pero es que además, por estas extrañas casualidades a las que a veces nos somete la historia y el destino, el mismo día de la muerte de Günter Grass pero a un océano de distancia, también nos dejó el gran Eduardo Galeano, su viejo colega de militancias. El autor de la influyente y no suficientemente leída “Las venas abiertas de América Latina”. También el de “El fútbol a Sol y sombra”, posiblemente el mejor libro sobre fútbol que jamás haya leído. Aquel que dijo aquello de "los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mi un pajarito me contó que estamos hechos de historias".


Lea a Grass, introdúzcase en Galeano, disfrute con sus historias, aprenda de sus experiencias vitales, ensalce su compromiso, empápese de su genio, recupere su memoria a través de sus libros... No dejemos que las belenesesteban de este mundo se salgan con la suya.

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Por cierto que la caricatura del autor alemán es obra del gran Tullio Pericolli y el precioso homenaje a Galeano y a “Las venas abiertas de América Latina" de El espíritu de los cínicos.

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