Dicen que Albert Einstein fue quien acuñó aquello de que el mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad. Ayer tarde, en esta terreta maravillosa llamada Valencia, lastimosamente, tuvimos un claro ejemplo de esto. Obviamente hablo del caso de los trajes y del jurado popular, ¡más popular que nunca!, que ha decidido que el ex President de la Generalitat Francisco Camps y su fiel escudero "Richie" Costa tienen un alma inmaculada y están más limpios que una patena. Convendría recordar que, sorprendentemente, por los mismos hechos y en las mismas circunstancias los otros dos acusados en la causa, Rafael Betoret y Víctor Campos, se reconocieron culpables. Y que el propio Camps estuvo a punto de firmar una confesión de culpabilidad aceptando el cohecho impropio.
Vale tíos, lo sé, hay que respetar el sentido de las sentencias judiciales, pero honestamente, vistas las pruebas, escuchadas las patéticas conversaciones entre los actores de la trama, oídos los testigos y los peritos, vistas las reacciones de los acusados, ¿de verdad alguien se puede creer que estos dos se pagaron sus trajes? ¿o que detrás de todo no había unos tejemanejes de dudosa legalidad? Y hete aquí con una vergonzante realidad que se esconde detrás del veredicto de no culpabilidad: La existencia de una complicidad entre la ciudadanía y los corruptos, aquello de “que más da, sí tan solo se trata de tres trajes”; el aceptar que, bueno, un representante público puede ser amigo de un chorizo y recibir regalos de este i no passa res. Al fin y al cabo gran parte de esa ciudadanía hubiera hecho lo mismo en su situación. Picaresca hispana lo llaman algunos. Borreguismo lo llamamos otros. Como borreguismo es que, en las últimas elecciones autonómicas, una mayoría cualificada de valencianos decidieran que lo de Camps no era para tanto. Más o menos la misma mayoría (5 contra 4) que ha determinado el que Camps y Costa sean inocentes. ¿Comunidad Popular igual a jurado PPopular? Ufff… heavy heavy.
Hablemos ahora de la institución del jurado. Sonará oportunista, lo sé, pero creo que hoy es un día ideal para despotricar sobre este sistema tan molón y que tanto juego da a los guionistas de Hollywood. A saber, el sistema del jurado popular es aquel en el cual el enjuiciamiento de los acusados le corresponde a un tribunal compuesto exclusivamente por personas legas en derecho, estando excluidos, por imperativo legal, cualquiera que haya estudiado derecho. En fin, los que me conocen saben que, desde mi época de estudiante, era contrario a la implantación de esa fórmula en España. Una institución que ya había demostrado sobradamente ser un fracaso en países como los EEUU. Sin embargo algunos juristas y demasiados políticos se agarraron a ella como si fuese un nuevo triunfo del pueblo, que ahora iba participar plenamente en el ejercicio del único de los poderes del estado que les estaba vetado -A vueltas con el pueblo… ¡El pueblo!… ese ente sobrevalorado donde los haya… ¡esa auténtica aberración!-.
No quiero explayarme demasiado en el tema, pero os diré que me sorprende el que, por parte de mucha gente, se acepte que cualquier gañán sin conocimientos técnicos pueda hacer de juez. Porque un jurado compuesto por personas legas no hace sino demostrar cuanto de prescindible, inútil y hasta peligrosa puede resultar nuestra participación en la complicada y técnica labor de enjuiciar una conducta o calificar un hecho. Y es que, con todos mis respetos para el ingeniero, para la hacendosa ama de casa, para el honrado dependiente de la tienda de ultramarinos y para el respetable sexagenario que acaba de aprender a leer y a escribir, a los que se les impone, bajo la amenaza de incurrir en un delito, la obligación de formar parte de un jurado, los principios sobre valoración de las pruebas y muchos otros establecidos por la jurisprudencia para garantizar los derechos a la presunción de inocencia y a la tutela judicial efectiva, su aplicación al caso concreto, y el enlace lógico de todo ello, es algo que no se puede aprender, por así decirlo, en tres tardes.
Y todo esto a donde nos lleva. Pues a ninguna parte. O mejor, al sinsentido más absoluto. Y a la desazón… y a la rabia. A la sensación, no con poco fundamento, de que con un jurado profesional el veredicto hubiera sido otro. A que se nos rían en la cara. A que políticos de medio pelo como el ex President de la Generalitat se salgan de rositas tras cagarla y encima se jacten de ello subrayando, como lo ha hecho hoy el mismo Camps, que “ha valido la pena ponerse frente al sistema”. ¡Con dos cojones! Camps against the machine!!! O a que la Presidenta de Castilla la Mancha y Secretaria General del PP, Mª Dolores de Post-Pedal, se cuestione cosas como quién repara ahora la honorabilidad del señor Camps. ¡Ale pues! Nómbrelo usted Presidente (y a Richie secretario) de la Comisión Nacional contra las Prácticas Corruptas en las Administraciones Españolas. Siendo tan honrados y capaces y habiendo sido tan injustamente tratados por España, no se entendería otra medida. En serio, esto es pa’ mear y no echar gota.
Pues eso es lo que hay. Aunque la cosa siempre es susceptible de ponerse peor. Valencia podría llegar a convertirse en un "paraíso judicial". Vamos, que no me extrañaría que los abogados del Gordi de Megaupload solicitaran ser enjuiciados aquí en Valencia y con jurado popular. Poca broma.
Como diría Richie: "muy heavy tío, muy heavy". Ahora en serio, dan ganas de largarse de este país de mierda, qué digo, de este mundo asqueroso.
ResponderEliminarAhora cuando no dejen volver al Beato a primera línea, ¿qué hará? ¿Montará un partido como Cascos?
Al Beato lo deberían volver a nombrar President de la Generalitat... the show must go on.
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