martes, 17 de enero de 2012

Señoras germánicas que toman el control de ascensores públicos

¿Habéis visto “Elevated”, genial cortometraje con el que el canadiense Vincenzo Natali comenzó a hacerse un nombre? ¿No? ¿En serio? ¡Si ya os la recomendé allá por los albores de este espacio! ¿Que ocurre, que cuando yo hablo es como si pasara un carro? ¡Hala!, pues ahí lo tenéis de nuevo, todo de una, en dailymotion y subtitulado al castellano. Ahora ya no tendréis excusa:

Elevated de Vincenzo Natali (V.O.S.E) por ohdaesu2011

¿Y porque os cuento esto? Pues veréis es que esta tarde me ha ocurrido un suceso ciertamente inquietante, que me ha hecho recordar el ambiente opresivo que se respira en esa peli. Os lo cuento:

Son las 17:30 de la tarde y vuelvo al infierno laboral dando un agradable paseo bajo el diluvio universal . Completamente empapado cual jilipollas -otra vez me he dejado el puto paraguas en casa- entro en el hall de la Conselleria, saludo al segurata y llamo al ascensor que me ha de llevar hasta mi planta. Una vez dentro de la caja me llama la atención el que voy sólo –chan chan-. Y si me llama la atención es porque, lo normal a esa hora, es que haya bastante ajetreo de peña subiendo y bajando. Una vez en marcha, me doy cuenta de que el ascensor sube muy lento, mucho más de lo habitual y avanza casi a trompicones –más chan chan chan-. Tanto es así que en el tránsito entre el cuarto y el quinto piso, se apagan las luces y el cacharro se detiene en seco (uooooooooooooooooh!!! ¡mal rollete chaval!). Aunque eso no es lo peor, sino lo que vino justo a continuación. Una voz de fémina surgida desde las profundidades de ese ataúd de metal –más bien marcial que robótica, más bien nibelunguen que formal, más bien fräulein que vocecita del Tom Tom- me anuncia que "el sistema operativo de este ascensor ha tomado el control". Joooder negro!!! Ahí comienza la claustrofobia… los agobios… los sudores fríos… y por supuesto la eclosión de mis instintos más primarios: básicamente correr a patadas el ascensor y, a grito pelao, cagarme en mi puta estampa… ¡y en Alemania! ¡Joer!, Porque vale que se intuía que la cosa estaba bastante malita en el seno de la Generalitat, con los recortes, los impagos y demás mandangas, pero hasta el punto de que nos corten la luz y que la Merkel y sus secuaces pasen a controlar hasta el funcionamiento de los ascensores, pues honestamente no lo esperaba.

Vale sí, no es exactamente igual lo que me pasó a mí, que el argumento del corto de Natali. ¡Vamos, que no se le parece ni por asomo! Y
David Hewlett lo pasó un pelín peor, cierto. Pero es mi chola la que decide estas cosas y son mis dedos los que teclean las entradas de este blog. Por eso pienso y escribo lo que me sale de la p... (con permiso del Aminetu Fan Club, of course).

¿Que como acabó la historia? Pues bien, sin más. Tras cinco minutos de encierro, el mecanismo volvió a funcionar y me llevó hasta mi destino. Eso sí, por allí no apareció ni el Tato a ayudar. Es la última vez que pillo el puto ascensor.

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