jueves, 7 de junio de 2012

D.E.P. Ray Bradbury (1920 - 2012)


Quiso el destino que, el mismo día en el cual conocimos que Philip Roth sería galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2012, también nos enteramos del deceso de Ray Bradbury. El gran maestro de la fantasía, la ciencia-ficción, el horror y el misterio, al que muchos conocimos durante nuestra etapa de juventud y que nos hizo disfrutar y también reflexionar con esas historias angustiosas y desconcertantes en las que el destino de la humanidad, repleto de sufrimientos y sinsabores, no se presentaba nada halagüeño. Autodidacta e hiperactivo, el legado de Bradbury comprende más de treinta novelas, colecciones de cuentos e incluso obras de teatro, además de unos seiscientos relatos cortos. Destacan sobre todos ellos la distopía futurista "Farenheit 451", sin duda su obra referencial - pese a la discreta adaptación cinematográfica dirigida por François Truffaut-, o la magnífica recopilación de historias cortas titulada "Crónicas Marcianas" -¡Sardá cabrón!-.

Aunque con su obra llegó a dibujar todo un imaginario futuro, a Bradbury nunca le gustó que lo calificaran como escritor de ciencia-ficción, sino más bien de fantasía. Según él, realmente, su única novela de ciencia-ficción fue "Fahrenheit 451" y aún en esta, como en el resto de su obra, la intencionalidad era profundamente moral:
“En mis obras no he tratado de hacer predicciones acerca del futuro, sino avisos. Es curioso, en mi país cada vez que surgía un problema de censura salía a relucir como paradigma de la libertad Farenheit 451. Los intelectuales, ya sean de derechas o de izquierdas, siempre tienen miedo a lo fantástico porque les parece tan real ese mundo que creen que estás intentando engañar y, evidentemente, así es. (…) Vivimos en un mundo que nos absorbe con sus normas, con sus reglas y la burocracia, que no sirve para nada. Hay que tener mucho cuidado con los intelectuales y los psicólogos, que te intentan decir lo que tienes que leer y lo que no”
En una de sus últimas entrevistas, Bradbury se jactaba de que lo más emocionante en su vida había sido el despertarse cada mañana e ir corriendo a la máquina de escribir porque se le había ocurrido alguna idea nueva. Ojalá siga con esa energía y lucidez allá donde haya ido a parar.
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¡Ah! Y enhorabuena al gran Philip Roth.

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