Yo
no sé si los pájaros traen el Sol, pero si lo dice Alistair MacLeod
será verdad. Porque este casi octogenario escritor canadiense es
Dios. Y lo digo en serio gachones. Si no os habéis sumergido aún en
su prosa, no tenéis perdón de Mac... digo de Dios. Y lo peor de
todo es que ni tan siquiera seréis conscientes del alcance, de la
inabarcable grandeza, de todo aquello que os estáis perdiendo.
“Los
pájaros traen el Sol” compila catorce historias a cada cual más
emocionante. Con una prosa hermosísima que nos transporta hasta la
escena del mismo relato, nos hace sentir las sensaciones del entorno
y respirar a través de los personajes. Como ya hiciera en “El regreso”, MacLeod
vuelve a acercarnos a
su tierra, a sus orígenes, a
sus historias y tradiciones, a la
áspera belleza de su geografía. Y con ello es capaz de reconstruir
el espíritu y la vieja memoria de aquellos paisajes ásperos de
la costa canadiense,
de las gentes que los habitan, pero
también de
sus ancestros expulsados por la miseria y las guerras de las Tierras
Altas de Escocia. Los
relatos de MacLeod versan sobre el espíritu masculino, sobre su
fortaleza pero también sobre su vulnerabilidad. Hombres
patriarcales, toscos, solitarios, forjados por una naturaleza rebelde
y
una climatología extrema, supersticiosos
y
nostálgicos.
Como
solemos decir por aquí, gente hecha de otra pasta.
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