Lean
a Mariana Enriquez.
En
serio.
Sí,
ya sé que el exceso de bombo nos lleva a la atonía y que
últimamente el libro de la Enriquez aparece hasta en la sopa, pero
haced el esfuerzo y sobreponeos por esta vez. Y es que, todos los
elogios y parabienes que habréis leído en prensa, blogs,
suplementos culturales o revistas literarias respecto a "Las
cosas que perdimos en el fuego", primer libro de la escritora argentina que se publica en España, están más que justificados.
Antes
de nada decir que ninguno de los doce relatos incluidos en "Las
cosas que perdimos en el fuego" tiene que ver con aquellas cosas
que Audrey Burke y Jerry Sunborne perdieron en las llamas, en la película de Susanne Bier. Buena peli, por cierto. Aquí estamos ante
una compilación de relatos de terror o algo así, de esos que causan
angustia y hasta pavor evocando a los clásicos del género, pero que
a la vez trazan historias con un trasfondo que va mucho más allá.
Utilizando el miedo como excusa para abordar otros temas, aun
superficialmente dada la extensión de los escritos, como el desamor,
los celos, el patriarcado, el machismo y la violencia de género, la
dictadura argentina, el hikikomori, la magia negra, la miseria y la
exclusión social, la homosexualidad, la soledad, la culpa, las
drogas y hasta el rockanrol.
Un
enjambre de historias protagonizado por personas normales en
escenarios habituales que, de repente, se transforman. Cotidianeidad
que deriva en pesadilla y una normalidad que da paso a lo insólito.
Como en el caso de las mujeres ardientes que deciden
extender una forma extrema de protesta contra la violencia doméstica,
o de esa estudiante que se arranca las uñas y pestañas porque alguien
se lo pide, o
esas amigas en una hostería en la que aún perviven los fantasmas de un pasado
no tan lejano, o ese guía turístico que asiste a la inesperada reaparición del tristemente conocido Petiso Orejudo.
Gran
libro.
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