Si
tenías menos de 20 años a principios de los 90, cuando te quedaste
noqueado con el teen spirit de Nirvana; si eres de los que cabeceaste
todo lo que pudiste y más con aquella pose de Jesucristo firmada por
los chicos de Soundgarden e hiciste wachiwachi con los jitazos del
primero de Pearl Jam; Si te desgañitaste con el "Man in the
box" de Alice in Chains... Vamos, que si eres un noventer yonki,
o rehabilitado, de la franela y el tartán, "Todo el mundo adora
nuestra ciudad" de Mark Yarm es tu libro. Es más, lo vas a
disfrutar aunque te repugne el término grunge, como a gran parte de
los entrevistados en esta auténtica historia oral del movimiento.
Grunge, o "Sonido Seattle" para no ofender a los aludidos.
El
libro captura los antecedentes, auge y apogeo del movimiento a través
de testimonios, a veces contradictorios, de quienes forman o formaron
parte de las bandas implicadas, de sus amigos y acólitos, de los
productores y representantes, fotógrafos, periodistas musicales,
propietarios de salas, roadies y entusiastas del género que de
verdad vivieron el momento. Se nos cuenta toda la historia, con
diferentes enfoques, abarcando desde el momento gestacional que el
autor sitúa de alguna manera un fin de semana del día del trabajo
de 1985 en la ciudad esmeralda. Fue con un mítico concierto de los
U-Men en el marco del Festival Bumbershoot de Seattle, que pasaría a
la posteridad porque a los chicos no se les ocurrió nada mejor que
pegarle fuego al estanque frente al escenario. Asistimos a
continuación a la fundación de aquellos grupos que moldearon el
característico sonido de Seattle a finales de los 80, llegando hasta
el éxito mundial de los cuatro grandes referentes del grunge a
principios de los 90: Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden y Alice in
Chains. Una historia que va desde los orígenes de la insolvente pero
entusiasta discográfica independiente Sub Pop, hasta el frenesí con
el que las grandes multinacionales cayeron sobre el Noroeste de
Estados Unidos dispuestas a exprimir la gallina de los huevos de oro.
Desde el nacimiento de la apartada movida seattlesense, articulada a
través de conciertillos en diminutas salas y fiestas privadas en
sótanos, hasta las trágicas y solitarias muertes de Kurt Cobain y
Layne Staley una vez convertidos en mega estrellas.
Un
necesario ejercicio de nostalgia con un punto onanista, destinado a
quienes, como un servidor, disfrutamos tanto con la música de
Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden, Mudhoney, Screaming Trees, Alice in
Chains, Mother Love Bone, The Melvins, Hole, Green River, 7 Year
Bitch, Gruntruck, Temple of the Dog, Mad Season,
TAD, U-Men, Malfunkshun, Skin Yard, Cat Butt, Supersuckers, The
Gits, Love Battery o Truly.
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