Ya son
días los que llevo sin pasarme por aquí, lo sé. Discúlpenme por
ello compays. Pero tampoco se preocupen demasiado. Todo
marcha bien, o casi.
¿Que
en que mierdas ando metido para dejaros ahí, to tiraos, huérfanos
de conocimiento y sabiduría? Y yo que sé. Que estoy aburrido. Y
dolorido. Y hasta la polla de tó.
Es fácil sentirse así en
esta terreta en la que un día a finales de octubre, la
temperatura alcanza los 36 grados. ¡El día de octubre más caluroso
en Valencia capital desde 1852! Poca broma. Y es que, si esto no es
un hell on earth que baje Dios y lo vea.
Con todo y con eso aquí estoy de nuevo. Repantigado en el sofá de mi nueva residencia russafera. Sufriendo en soledad los extemporáneos calores en insana combinación con mis eternas dolencias. Aunque como contrapunto, justo ahora, estoy gozando con la enésima escucha del maravillosísimo segundo álbum de Brian Eno. Sí, este mismo, el de la terrible portadita perpetrada por obra y gracia de Mr. Peter Schmidt. Pero el continente, ¡ay el continente! ¡Tremendo! ¡Grandioso! ¡¡¡Glorioso!!! No hay adjetivo que le haga justicia... En fin...
Sirva esto para ilustraros sobre las condiciones en las que me dispongo a plasmar mis impresiones -a boli y en libretita como los antiguos- , del que muy posiblemente acabe por convertirse en uno de los primeros clásicos literarios (sino el primero) de este siglo XXI: "Los hijos". ¡Y eso que fue escrito a finales del XX! Digo todo esto a raíz de los innumerables comentarios publicados en periódicos, revistas y webs, en los que se afirma que tamaño privilegio correspondería a "El Jilguero" de Donna Tartt. Y es que, aún reconociendo que todavía no me he atrevido a sumergirme entre las mil y pico páginas que conforman el Pulitzer a la mejor obra de ficción del pasado año, tengo serias dudas de que sea mejor que esta maravilla firmada por Gay Talese de la que ahora me dispongo a hablar, aunque sea brevemente.
"Tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida, deseosa de sí misma".
Así comienza un conocido poema del cirrótico profeta libanés Kahlil Gibran que me viene al pelo para recomendaros esta fastuosa crónica autobiográfica escrita y co-protagonizada por este periodista italoamericano. En ella su autor nos hace viajar desde el sur de Italia mucho antes del siglo XIX, hasta el sueño americano de su juventud, pasando por las opulentas sastrerías del París de principios de siglo, las sórdidas trincheras de la Primera Guerra Mundial, el Risorgimento garibaldesco, la Italia de Mussolini, los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial o los dramas de la inmigración italiana en los EEUU. Y es que “Los hijos” desgrana la odisea de la familia Talese a través de los ojos de Gay, el menor de todos ellos, sirviéndonos su historia como paradigma de la de millones de emigrantes italianos que llegaron hasta los Estados Unidos en el despertar de una época que cambiaría el mundo. Una aventura épica compuesta de lazos de sangre, amores y desencuentros, tensiones políticas y vínculos con el pasado.
Tremebunda, no digo más. Y no solo por su extensión.
"¿Qué es inmigración? Irse de un lado a otro con la esperanza de que el segundo lugar sea mejor que el primero, de desertar de sus problemas de juventud. Mi padre dejó a dos hermanos, una hermana y una madre viuda en Italia. Y les enviaba dinero para absolver su culpa, pero nunca se la quitó del todo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario