martes, 6 de enero de 2015

El peregrino encantado

Tenía anotado este libro desde que Paul Harding, en una entrevista publicada por El País a comienzos de 2012, hablara de un clásico ruso al que no se había prestado toda la atención que merece. Así que, aunque un poco tardíamente, le hice caso al autor de “Vidas de hojalata” y estas Navidades me enfrasqué en la historia de ese botarate algo inocentón y bastante conservador que protagoniza “El peregrino encantado”.

La historia comienza en una travesía por el lago Ladoga en Carelia, cerca de la frontera ruso finlandesa. Los pasajeros sienten curiosidad por la figura colosal de un hombre ya maduro, ataviado con sotana de novicio, pero con aspecto de cualquier otra cosa. A partir de ahí nuestro peregrino se prestará a relatar su historia para amenizar el viaje. Comienza así un relato en primera persona sobre la vida de Iván Severianich, experto en caballos que, a la manera de aquel Leonard Zelig creado por Woody Allen, parece haber estado en todas partes y ejercido todos los oficios. Una historia repleta de detalles hilarantes y personajes entrañables que se lee la mar de bien.

Fantástica, divertida, brillante y muy amena la lectura de esta obra inédita en castellano hasta no hace tanto. Ello a pesar de ser una obra emblemática de uno de los maestros de la literatura rusa del siglo XIX, Nikolai Leskov. Y no porque lo diga yo, eso es cosa de Gorki y hasta de Walter Benjamin.  

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