Nunca
me he sentido tan próximo a Leo Messi como en la madrugada de ayer y
eso que no vi la final de la Copa América Centenario y de haber tenido el ánimo como para verla, hubiese apoyado a Chile. Al astro argentino se le rompió el
alma tras perder su cuarta final consecutiva con la selección.
Ganaron los chilenos tras una tanda de penaltis en la que la estrella
del Barça falló el suyo, el primero y probablemente el último que
lance embutido en la camiseta albiceleste. "Para mí se terminó
la selección. Ya lo intenté mucho, me duele no ser campeón con la
Argentina y me voy sin poder conseguirlo".
“Adiós
muchachos compañeros de mi vida...” que cantaba Gardel...
Le
comprendo.
Mi
sentimiento es similar esta mañana, pero por algo mucho más importante. Cosas de la resaca electoral. El
pueblo soberano ha decidido que sarna con gusto no pica. Y es que al
final ha vuelto a triunfar la pinza, pero no la tan cacareada por la
dirigencia socialista, sino la que se pusieron los españoles (y
mucho españoles) en la napia a la hora de depositar su papeleta en
la urna. Se confirma con ello que hay entre un 25 y un 30 por
ciento de españolitos a los que se la suda todo. Se vota al PP
siempre, por tradición y aunque les roben en su propia casa. Uno de
cada tres votantes, ¡poca broma! Así evitan, por ejemplo, que el
Coletas rompa la sacrosanta unidad nacional y nos traiga aquí a
Maduro y a Ahmadineyad de asesores gubernamentales. Eso debe ser.
Y es que el
resultado no ofrece duda. Las lecturas al mismo tampoco. La fidelidad
de ese electorado resiste pruebas que cualquier democracia
desarrollada difícilmente soportaría. Como decía Jesús Maraña
esta mañana, estamos a años luz de cualquier otra referencia en
occidente. Aunque quizás no tan lejos de esa deteriorada Venezuela a la que
tanto recurren algunos. Rajoy puede que sea un hijoputa, pero es
nuestro hijoputa y eso es lo que importa. Muy triste todo.
Alguien me dijo alguna vez que la gente no se queja realmente de la corrupción, tan solo de que no les llegue su parte del botín. Al final va a ser que tenía razón. Eso o que este es un país de pre-mentales y cuñaos. O las dos cosas a la vez, que es lo más probable. Borreguismo ilustrado. Nada para el pueblo pero con el pueblo.
Hoy es
27 de junio, jornada post-electoral. San Cirilo de Alejandría, día
en el que el sol se pone más tarde. Y yo estoy devastado. Se confirma
aquello que demasiados pronosticaban pero yo me negaba a ver. Este
país no tiene arreglo. Nunca lo tendrá. Tan solo cabe huir de él
como de la peste. Echar a correr sin mirar atrás y llegar lo más
lejos posible antes de que se ponga el sol. Dejar toda esta mierda de una vez por todas. Me gusta pensar que el nuevo amanecer se producirá en un entorno mejor. Una pizca, no mucho más, algún lugar en el que exista un mínimo resquicio por el que la esperanza pueda colarse. Tampoco es mucho pedir ¿no?
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