lunes, 27 de junio de 2016

No se puede

Nunca me he sentido tan próximo a Leo Messi como en la madrugada de ayer y eso que no vi la final de la Copa América Centenario y de haber tenido el ánimo como para verla, hubiese apoyado a Chile. Al astro argentino se le rompió el alma tras perder su cuarta final consecutiva con la selección. Ganaron los chilenos tras una tanda de penaltis en la que la estrella del Barça falló el suyo, el primero y probablemente el último que lance embutido en la camiseta albiceleste. "Para mí se terminó la selección. Ya lo intenté mucho, me duele no ser campeón con la Argentina y me voy sin poder conseguirlo".
Adiós muchachos compañeros de mi vida...” que cantaba Gardel...
Le comprendo.

Mi sentimiento es similar esta mañana, pero por algo mucho más importante. Cosas de la resaca electoral. El pueblo soberano ha decidido que sarna con gusto no pica. Y es que al final ha vuelto a triunfar la pinza, pero no la tan cacareada por la dirigencia socialista, sino la que se pusieron los españoles (y mucho españoles) en la napia a la hora de depositar su papeleta en la urna. Se confirma con ello que hay entre un 25 y un 30 por ciento de españolitos a los que se la suda todo. Se vota al PP siempre, por tradición y aunque les roben en su propia casa. Uno de cada tres votantes, ¡poca broma! Así evitan, por ejemplo, que el Coletas rompa la sacrosanta unidad nacional y nos traiga aquí a Maduro y a Ahmadineyad de asesores gubernamentales. Eso debe ser. 

Y es que el resultado no ofrece duda. Las lecturas al mismo tampoco. La fidelidad de ese electorado resiste pruebas que cualquier democracia desarrollada difícilmente soportaría. Como decía Jesús Maraña esta mañana, estamos a años luz de cualquier otra referencia en occidente. Aunque quizás no tan lejos de esa deteriorada Venezuela a la que tanto recurren algunos. Rajoy puede que sea un hijoputa, pero es nuestro hijoputa y eso es lo que importa. Muy triste todo.

Alguien me dijo alguna vez que la gente no se queja realmente de la corrupción, tan solo de que no les llegue su parte del botín. Al final va a ser que tenía razón. Eso o que este es un país de pre-mentales y cuñaos. O las dos cosas a la vez, que es lo más probable. Borreguismo ilustrado. Nada para el pueblo pero con el pueblo.

Hoy es 27 de junio, jornada post-electoral. San Cirilo de Alejandría, día en el que el sol se pone más tarde. Y yo estoy devastado. Se confirma aquello que demasiados pronosticaban pero yo me negaba a ver. Este país no tiene arreglo. Nunca lo tendrá. Tan solo cabe huir de él como de la peste. Echar a correr sin mirar atrás y llegar lo más lejos posible antes de que se ponga el sol. Dejar toda esta mierda de una vez por todas. Me gusta pensar que el nuevo amanecer se producirá en un entorno mejor. Una pizca, no mucho más, algún lugar en el que exista un mínimo resquicio por el que la esperanza pueda colarse. Tampoco es mucho pedir ¿no? 

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