Vaya de entrada que no soy yo mucho de Scorsese,
cosa de la que, supongo, ya os habréis dado cuenta los que me seguís por aquí. Aunque quizás debería especificar un poco, acotando la sentencia a la
obra del último Scorsese. Vaya, que no se me escapa que le debo un huevo de
alegrías al menda y que a poco que bucee entre su extensa filmografía me salen
unas cuantas pelis con aroma a clásico. Si bien es cierto que, con lo de último,
tampoco quiero ceñirme a lo más cercano en el tiempo, o sea, a esa cosa sobrevalorada
titulada “El irlandés” de la que todo el mundo habla y de la que me dispongo a
rajar. Y es que el deterioro del director de las gafotas viene de lejos. ¿He oído
“Shutter Island”? ¿La verbena aquella sobre pandilleros del XIX? ¿Queréis que vaya más atrás? Pues eso. Además uno ya no está para cultos. Ese capítulo lo cerré hace veintitantos
años con la esperable muerte del rubio de Aberdeen. Amén.
Pero entremos en materia xé... “Netlix presenta… The
Irishman, de Martin Scorsese”. Mal
comienzo, lo sé. Terrible incluso. Mis peores pesadillas empiezan con un tu tuuún e inmediatamente después aparecen esas mayúsculas rojas sobre fondo negro. La
cinta en cuestión está basada en un librito supuestamente biográfico escrito
por un tal Charles Brandt. Publicado originalmente en 2004 bajo el título de “I heard you paint houses”, narra la historia de Frank Sheeran, veterano
de guerra, estafador, sindicalista y sicario que trabajó junto a destacadas figuras
de la mafia. La cosa viene producida por Netflix como ya he dicho, por si no teníamos
bastante con el Alzheimer galopante de Scorsese. Y es que, como he dejado escrito alguna vez por aquí, lo del catálogo de la plataforma es para hacérselo
ver. Que sí, que sí, que la suscripción es barata y al final tiene un montón de referencias disponibles -Casi todas
ellas pura mugre-. Lo sé. Yo también lo pago y hasta lo uso. En todo caso, ¿os
suena eso de que si la mierda tuviese valor, los pobres nacerían sin culo? Pensadlo.
¿Se me entiende?
-¿Ves esa mierda que viene por ahí? Es el puto martes. |
Ahora va el giro de guión habitual en todas las entradas del Suloki. A
ver cómo lo digo para que no me zurréis… Eeeee… Pues vaya, resulta queeee… con
todo… la peli tampoco es que me haya disgustado. ¡Ea! Ya lo he dicho. Eso no implica que compre toda la mierda que están vendiendo. Antes de verla me dijeron que era una puta obra
maestra. También nosequé pollas del mejor Scorsese y que en su género igualaba
y hasta superaba a la trilogía de “El Padrino” o “Uno de los nuestros”. Esta última
comparación la hacen, supongo, por citar alguna de las tropecientas mil cintas
de gánsteres firmadas por Scorsese y su crew. Que luego el tío se queja de franquicias y tal… En fin… En todo caso un mojón para todos ellos. Luego, cuando
ya la estaba viendo y sobre las dos horas de metraje –minuto arriba o abajo-,
un colega me comentó que tendríamos que editar la entrada de la Wikipedia con la
palabra “sobrevalorado”, fijando una foto del oscarizado realizador. En eso estoy bastante de acuerdo. Hasta el diccionario de la
R.A.E. debería añadir una segunda acepción…
“Sobrevalorado, da”
Del
part. de sobrevalorar.
1. adj.
coloq. Otorgar a alguien o algo mayor valor del que realmente tiene.
2. m. Relativo a Martin
Scorsese.”
Sin embargo a él no le ha gustado nada “El irlandés” y a mí sí. Algo. Eso es
lo que hay.
Ahondando en esto último me ha parecido que la peli está muy bien hecha,
con unos actores –especialmente los secundarios- que resultan más o menos creíbles
y una historia bien hilada que se sigue con relativo interés. Pero hay que ponerle empeño, que son tres horitas y media. Y ahí radica la
primera de mis críticas, en el exceso de minutaje. ¿Hacía falta tanto Martin? ¿En
serio? Y es que resulta inexplicable salvo que Scorsese lo haya hecho por joder
a alguien con nombre y apellidos. Se me ocurre que también podría contener un
recadito para George Lucas, a quien siempre se acusa de recortador. Aunque no
lo tengo del todo claro. Quizás solo pretendía batir algún récord absurdo de
duración. También es verdad que la historia nos lleva hacia esa última hora en
la que se habla del ocaso, la devastación y hasta la pena de alguien que lo
tuvo casi todo. Y es un final brillante. Pero hostia, ¿hacían falta tantos
prolegómenos? ¿Esa puta hora y media inicial? ¿Ese inserto en clave “Trilogía de los bajos fondos” pero de baratillo?
¡Agarradme que lo reviento! |
Y esa es la segunda crítica que le hago a “El irlandés”, que para fabular
sobre el asesinato de Kennedy y la mafia de Chicago, de Castro, Bahía de
Cochinos y demás oscuros episodios de la política estadounidense, prefiero los
libros de James Ellroy. Encima tampoco es que haga mucho aporte aquí. Más allá
de darle un poco de contexto a la trama o ahondar en la figura de Jimmy Hoffa,
que al parecer es de quien realmente habla el libro. Pero vaya, que eso lo debería
haber resuelto antes alguien con sobrados pergaminos como Scorsese. Por último hubiera
seguido aquella máxima que reza “lo bueno si breve, dos veces bueno”. Por
cierto que, respecto a esto último, la interpretación del mítico líder sindical
al cargo de un Al Pacino a quien creía perdido para la causa, me ha parecido de
lo mejor. ¿Pasado de rosca? Probablemente. Pero como le leí a algún crítico, ese
es el Pacino que queremos. Nada que ver con la “fantástica interpretación” de
Anna Paquin, que también se lo he leído a algún fenómeno. A ver compadre, que
la niña de “El Piano” sale tres ratos y dice dos palabras. Que si cobrara por los
minutos en pantalla aun le tocaría pagar a ella. ¿Qué gran interpretación ni
que niño muerto?
...ese caballo que viene de Bonanzaaaa!!! |
En todo caso lo peor de “El irlandés” es esa genialidad de agarrar
actores setentones para hacer de cuarentones a base de maquillaje y paint.
Porque los efectos de rejuvenecimiento digital los tienen que haber hecho con
el desaparecido programita, sino no se entiende. Y lo siento mucho Martin, que sí,
que lo de las máscaras de látex sería una mierda, pero esto es aún peor. Es que
joer, hay escenas que dan vergüenza ajena. La de la paliza al tendero es
digna de “Papá Piquillo”. No sé tío, haber utilizado a diferentes actores para
cada época. Uno más joven para la primera parte y luego a Robert De Niro y a Joe Pesci, si
es que tenían que ser ellos sí o sí. Y si no puedes, porque la producción exige
a De Niro y a Pesci en pantalla hasta cuando hacen de bebes de teta, pues ponles
un doble en las escenas de acción. ¡Que ya no están para muchos trotes, mon dieu!
Que en la mencionada escena, De Niro parece un abuelo con apoplejía intentando
zurrar a un notas que al mínimo roce se deja caer como un boxeador untao.
¡Que llega a resultar patético! O una parodia rollo “Goodfellas meet Cocoon”. Es
tremendo. Lo mismo para todas esas secuencias en las que nuestro septuagenario
favorito huye de la escena del crimen para deshacerse rápidamente del pistolón.
Macho, que va a saltitos como si fuera el puto Chiquito de la Calzada –QEPD-. Eso
por no decir que, ni con la mejor de las intenciones, te crees que ese viejo sea
el padre de la chiquilla. ¡Suspensión de la incredulidad mis cojones! Parece un
abuelo que va con su nieta a darle de comer a las palomas. O algo peor, un pederasta
engatusando a una cría para hacer Dios sabe qué. Aunque eso pasa más con otra
escena protagonizada por la versión digitalizada de Pacino. Sí, esa en la que toman
helado juntos, mostrando una suerte de intimidad turbia que no se entiende
demasiado bien.
Cuánto cabrón... |
Pero lo mismo que te digo una cosa te digo otra. Y aunque en la paliza al frutero al “joven” De Niro no se le ve en buena forma, en la
resolución del affaire “Crazy” Joey está soberbio. Esa sucesión de
planos con las miradas cruzadas entre los protagonistas, es maravillosa.
Y es que el hijoputa de Scorsese sabe. Y el que sae, sae, ya tu sae.
Que el tipo es talentoso, obvio, no lo vamos a descubrir ahora. El problema es
que está en una posición en la que hace lo que le viene en gana y nadie –pero
nadie- osa rechistarle. Aun cuando de un tiempo a esta parte, le haya cogido el
gusto a eso de cagar unas mierdas como un castillo de grandes. Se lo habrá
ganado, no seré yo quien diga lo contrario, pero esto me suena a aquello del traje nuevo del emperador en clave cinematográfica. “Andersen meets Scorsese, da’
movie”.
Y eso es todo, creo. Bueno, eso y que, contra lo que pudiera parecer, al final ni tan mal.
Al menos no sale Di Caprio. Puntazo de Scorsese.
También que para irlandés bueno, el café. Nunca la cosa cinematográfica.
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