Hablando
con un amigo sobre la maravillosa experiencia que supone sumergirse en el
metraje de “Impacto” (1981), aún hoy y transcurridos cuarenta años desde su
estreno, me soltó una frase con la que no podría estar más de acuerdo: “De
Palma es todo lo que yo le pido al cine” (Sorry
por el entrecomillado, pero creo que la frase fue más o menos esa). Sobre todo,
en lo que se refiere a aquellas cintas filmadas por el director de Newark desde
comienzos de los setenta, hasta mediada la década de los ochenta. Y eso a pesar
de todos los Travoltas, Melanies y
otros mariachis que participan de las mismas. Porque Brian demuestra estar por
encima de eso y mucho más. Siendo capaz de facturar un cine con vocación de
entretenimiento que además está muy –pero que muy- bien rodado. Divertimento
en estado puro, no exento de homenajes, a veces poco sutiles, pero siempre
logrados (a Godard, a Antonioni, Mario Bava, a su amigo Coppola y muy
especialmente a Hitchcock). En una serie de tramas que te agarran por la solapa
y no te sueltan hasta su resolución. Y que no resultan para nada ridículas, aunque
a veces transiten por el alambre. Y a una impostada sencillez, más aparente que
real. Incluyendo un sinnúmero de escenas tremendamente arriesgadas en lo visual,
en lo estético y en lo compositivo, expresado así de forma genérica. Una
colección de películas dotadas de esa condición tan valorable en el mundo del
cine –y del arte en general- que tiene que ver con aquello de envejecer bien.
Podría
decirse que esta década dorada se inicia con “Hermanas” de 1973. Un thriller esotérico y mórbido, con el que
De Palma saltaría a la fama. La historia de dos hermanas siamesas con
caracteres opuestos, el marido de una de ellas y una gacetillera entrometida que
aspira a formar parte de las grandes ligas del periodismo. Una trama con
marcado aroma hitchcockiano que, de
alguna manera, fue evocada por David Cronenberg en la mítica “Inseparables”. En
todo caso, las que situarán a De Palma como uno de los autores más importantes
del momento, serán esas dos obras de género fantástico que rueda a continuación.
Hablo, por supuestísimo, de “El fantasma del paraíso” (1974) y de “Carrie” (1976).
La primera es un musical de terror, cuya partitura fue íntegramente escrita por
el compositor y cantante Paul Williams –que además la protagoniza-. Un musical de
culto, muy en la línea con “The Rocky Horror Picture Show” y que contiene
guiños a Bowie, a “El Fantasma de la Ópera” o al mito de Fausto. Respecto a “Carrie”,
¿qué decir? ¿Quién no la ha visto? Magnífica adaptación de la conocida novela de Stephen King que, vista hoy, resulta un alegato claro contra el bullying en las aulas, en clave malrollera. Repleta de inolvidables
escenas – hete aquí con la bloody scene-
y de olvidables actores –hete aquí con los rizos rubios del Gran Héroe Americano-. Lo que no impidió que fuera un éxito descomunal.
Ese mismo
año –el glorioso 76, ejem- el realizador norteamericano presentaría
“Fascinación”, otro homenaje confeso al maestro británico del suspense. En
ella, un tipo que ha perdido a su familia en el fatal desenlace de un secuestro,
acaba topándose, un porrón de años después, con una joven que es el vivo
retrato de su difunta señora. Y sí, el guiño es vertiginosamente obvio, aunque
aquí el rol de la Novak lo cumpla Geneviève Bujold. Después vendría “La furia”,
de 1978, una confusa trama que combina elementos del thriller y el cine fantástico. Adorada por algunos y odiada por
otros muchos, me parece la más floja de sus creaciones durante este periodo.
Con todo, incluye un conjunto de secuencias impactantes que, por sí solas, ya
justifican su revisión.
El inicio
de los ochenta queda reservado para “Vestida para matar” (1980) y la mencionada
“Impacto” (1981). Dos joyitas que nos muestran al De Palma más desatado. La
primera destaca por su enfermiza sensualidad y por las deliciosas dosis de misterio,
gore y fetichismo. Mientras que la segunda lo hace por algo similar, amén de varios
momentos visualmente brutales. Una suerte de “Blow Up” versión De Palma,
protagonizada por un joven John Travolta que aquí está sorprendentemente bien.
De hecho, su participación en esta película - una de las favoritas reconocidas
por Quentin Tarantino-, le valió el papel de Vincent Vega en “Pulp Fiction”.
Mención
aparte merece “El precio del poder” (1984). Trabajo de encargo que, en su día,
recibió más palos que una estera y que vendría a ser un remake actualizado y a la vez una secuela de la grandiosa
“Scarface, el terror del hampa” (1932). Sumamente violenta y provocativa,
cuenta con una de las mejores interpretaciones que yo jamás haya visto: La de Pacino
en el papel de Tony Montana. Hoy día considerada un clásico, en su época fue
destrozada por la crítica, con el consiguiente fracaso comercial.
Y ya para
finalizar, mi favorita de toda su filmografía –también la de Patrick Bateman-:
“Doble cuerpo” (1985). El de una Melanie Griffith imponente en esta cinta de
género. Fantabuloso homenaje a “La ventana indiscreta”, repleto de morbo y erotismo alla maniera di Brian. Y es que para mí -y algún que otro crítico
con mayores conocimientos en la materia-, este thriller terrorífico e hipersexualizado representa el cenit del
virtuosismo de este director. Y poco más tengo que añadir. Luego de esta
vendrían una serie de films, más o menos interesantes, que ya marcan el declive
del hombre que hizo debutar a Robert de Niro –sin apoplejías, al menos
visibles-. Si bien, no me puedo ir sin destacar una cinta de entre toda esa producción
posterior. Se trata de “Ojos de Serpiente” (1998), que cuenta con un Nicolas
Cage en una de sus escasas actuaciones remarcables. Frenética historia con un
desagradable trasfondo político, que comienza con un plano secuencia de
tropecientos minutos que quita el sentío.
¡Absolutamente espectacular! Una peli que sí estaría a la altura de las del
periodo glorioso de Brian de Palma.
Y eso es lo
que venía a contaros. ¡Cómo he disfrutado estas semanas de confinamiento
revisando, incluso descubriendo, a este De Palma! En parte gracias al catálogo
de Filmin… Al César lo que es del César. Y sí, ya sé que podría haber
mencionado a Eliot Ness, al sargento Tony Meserve o a Carlito Brigante, pero xé, my post, my rules…
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