Durante
estos días en los que todo Cristo anda flipao
con la docuserie sobre Jordan y los putos Bulls, háganse un favor y dedíquenle
un par de horas a lo que ha hecho Spike Jonze con los Beastie Boys. ¡Qué
barbaridad de documental! Y que sí, que sí, que tratándose de quienes se trata,
ni puedo ni quiero ser objetivo, pero insisto, ¡qué maravilla, joder! ¡Qué requetebién
me lo he pasado con esta mierda! ¡Pero que gozada! Y qué grandes los Beastie
Boys. Cuanto se les echa en falta… Así que, déjense de esas mierdas sobre dioses
del balón Spalding –el año que viene Wilson-, sombre hombres-tigre que devienen en homicidas o patéticas dramatizaciones sobre judíos renegados… So what'cha what'cha what'cha want -so what'cha want- I said what'cha
what'cha what'cha want -what'cha want-… ¡Que le eches el ojo a “Beastie Boys Story”, so mendrugo! Eso es lo que toca…
Estamos
hablando de un registro monumental en el cual se expone, organiza y analiza -alla maniera di Jonze, pero también a la
de Mike D. y Ad-Rock-, la historia de tres chavales de Brooklyn que, con
talento, empeño y algo de suerte acabarían convirtiéndose en uno de los
referentes de la cosa esta de las rimas, los ritmos y la jerga apoteósica. Especialmente recomendado para
fans, obvio, pero también para quienes no pasaron de aquella oda al desbarre,
la farra y la cosa etílica titulada “(You gotta) Fight for your right (to party)”. Y es que,
para fans como yo, este “Beastie Boys Story” resulta imprescindible. Pero
incluso los neófitos deberíais acercaros para descubrir un gran espectáculo y,
quién sabe, igual hasta os engancháis al flow
de los Beasties y al rap en general. O no, pero lo pasareis bien, eso seguro.
Como he dicho
más arriba, la cosa viene firmada por Spike Jonze, quien ya colaborara con los
Beastie Boys en el mítico videoclip de “Sabotage”. Y es a él, supongo, a quien
debemos la elección de un formato tan atípico. Se nos presenta como una suerte
de performance en vivo y en directo, onda stand-up comedy, protagonizada por Ad-Rock y Mike D. Entre bromas,
chistes y anécdotas más o menos jocosas, repasamos la trayectoria de la banda
desde sus comienzos, apoyándose en numerosos registros visuales que se van
proyectando a espaldas de los protagonistas. Asistimos a esos inicios como
cuarteto hardcoreta, a la aparición en
escena de Rick Rubin y el fulgurante éxito de “Licensed to ill”. A las giras
con Run-DMC, los excesos y payasadas, la etapa rockstar y después la depre y el hartos de todo. También a la pugna
con Def Jam, a la fallida migración a Columbia, la etapa californiana y el “mamá quiero ser artista” de Ad-Rock. A la impronta de los Dust Brothers en esa
genialidad que es el “Paul’s Boutique”, con el subsiguiente hostiazo padre. La
vuelta a los orígenes y el renacimiento, en muchos y variados planos, que
supuso “Check Your Head” y después el pepinazo que fue “Sabotage” y ese
referente para casi todo que es “Ill Communication”. Participamos de los viajes
por el mundo de Adam “MCA” Yauch, a la creación de la fundación Milarepa, también
a inmersión en la cosa socio-política, a la asunción de errores de juventud, al
dolor ante la pérdida de amigos, después al nacimiento del glorioso “Hello
Nasty”, el cáncer de Yauch y la grabación de un par de discos más antes de la muerte del amigo… Y el fin de los Beasties.
Y es que
los Beastie Boys fueron, por encima de todo, un grupo de amigos y coherentemente
el proyecto terminó con la muerte de uno de ellos, a los 47 años y por culpa del puto cáncer. Y esa es una de las cosas más bonitas –sino la más bonita- que contiene este “Beastie Boys Story”. Cómo se rinde homenaje al hermano Yauch, en una suerte de loa como yo nunca había visto en pantalla. Los pelillos
de punta y los lagrimales currando a destajo en muchos momentos, lo reconozco...
Un
documental cálido, introspectivo, divertido, conmovedor y necesario. Elogio de
la juventud, pero también de la madurez y que contiene una preciosa oda a la
amistad protagonizada por dos buenos tipos de cuerpo presente - Adam Horovitz y
Mike D.- y la impronta del que se fue –Adam
Yauch-. Remarcar lo de buena gente, algo no tan habitual en este medio
y menos aun en los tiempos del éxito a cualquier precio. Una cuestión que ya me olía cuando vi “The Punk Singer”. Otro recomendable documental, este sobre la figura de Kathleen Hannah, activista y artista que además es la señora de Horovitz, en donde se puede apreciar la
relación tan chula que tienen. Y ello pese a provenir de movimientos que representan
cosas tan aparentemente distantes.
Sí amigo, yo lo vi a la inversa pues mis neuronas tardías van un poco a aus rito, y en fin.. Con los Beasties flipamos en familia (yo más que ellos); y me hago cruces de heroicismo al cambiar: Peli de acción por acción inspiradoraromántica y salir airoso. Y la verdad, al ver estás semanas la serie de Jordan pues... es un poco la sensación contraria. Jordan mola y fue, es y será un mito deportivo. Pero la serie te lo hace tal asquerosamente competitivo e infulado por el enterteimente Americano, que acabas por cogerle asco y adorar a Pippen o Rodman jajaja Con el de Beasties, pues eso, los adoras más si cabe. Hace afición cony!!
ResponderEliminarA M É N B R O D A '
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