Hay
gente que aprendió a querer las montañas, al igual que se aprenden
las letras. Vaya, cómo este menda ama la luz del Mediterráneo, o
los reflejos de la Albufera, aunque no se diera cuenta de ello hasta
dejar la terreta. El caso es que una de las primeras cosas que
me confesó mi compañera de penas y alegrías, fue la añoranza por
las vistas de la cordillera desde los esteros del Marga
Marga. Lo entiendo. Y eso que no fui consciente de su belleza hasta
hace un par de años, ya instalado en aquella parte del mundo.
Paolo
Cognetti es milanés y su pasión, además de la
escritura, es la montaña. En su
caso los senderos, glaciares y bosques en el entorno de los Alpes
italianos, donde habita en solitario durante varios meses al año y
desde donde escribe. También es allí donde transcurre gran parte de
esta maravillosa novela titulada “Las ocho montañas”, protagonizada por su álter ego, supongo. Un chaval solitario
que veranea en
la zona
junto a sus padres. Allí conoce a otro
chico de su edad, quien
sabe
todo
sobre la vida en los montes
y no
necesita
más. Con
el transcurso de los años, verano
tras verano, irá forjándose
una profunda amistad, a
la par que exploran las laderas del Monte Rosa, el Cervino o el Sassolungo.
Eso
hasta
que sus caminos toman
rumbos distintos...
Lo
mejor del libro, más allá de la bonita historia o
la fuerza de sus personajes -principales y secundarios-, es el empleo de un lenguaje aparentemente simple pero dotado de un magnetismo brutal. Construyendo un extenso poema con el que su autor nos embarca en un viaje íntimo y lleno de vitalidad, que explora lo robusto de las relaciones entre amigos,
pero
también entre padres
e hijos.
Por cierto que, ahora veo como fue galardonada con el premio Strega y el Médicis a la mejor novela
extranjera publicada en Francia, deviniendo en una suerte de fenómeno
literario europeo. El caso es que a mí me llegó a través del boca-
oreja, en una charla informal con unos amigos. La verdad es que
últimamente no me entero de casi nada. Si tú tampoco y accedes a
“Las ocho montañas” por causa de esta reseña, ya estás tardando
en agradecérmelo…
Una joyita, en serio.
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