miércoles, 24 de febrero de 2010

La conjura contra América


Este libro ha supuesto que me reencuentre con uno de mis escritores favoritos, el norteamericano Philip Roth, sempiterno aspirante al Nobel de literatura y Premio Pulitzer 1998 por la magnífica “Pastoral americana”. En esta ocasión elabora un ejercicio de política ficción fabulando sobre las consecuencias que hubiera tenido una victoria Charles A. Lindbergh, héroe de la aviación, fanático aislacionista y antisemita, si este se hubiese presentado a las elecciones presidenciales de 1940. Para ello el autor no tiene que salirse del barrio judío de Newark en el que nació y pasó su infancia. Partiendo de este hecho que nunca sucedió, ya que Lindbergh no concurrió a esas elecciones que fueron ganadas por Franklin D. Roosevelt, Roth nos muestra como la vida de una familia judía, la suya propia, ha de enfrentarse a una ola de creciente antisemitismo alentada desde la presidencia de la nación.

El punto de partida es una verdad histórica y no sé si incomoda para algunos norteamericanos, los poco disimulados coqueteos del señor Lindbergh con el régimen nazi, en ese momento en pleno apogeo en Europa. El mítico aviador del “Spirit of Saint Louis” se había encargado de culpar públicamente a los judíos de empujar a los EEUU hacia una guerra absurda contra Alemania y las potencias del Eje. Fue en Des Moines, el 11 de enero de 1941, en una concentración del “America First Committee”, donde soltó su conocido discurso “¿Quiénes son los agitadores belicistas?”. No tiene desperdicio.
A partir de esto Philip Roth se imagina un país gobernado por el amigo Lindy, que se apresurará a firmar un acuerdo cordial con Adolf Hitler, aceptando así su conquista de Europa y su virulenta política antisemita. Una política que, de una forma más sibilina que la empleada por el alemán, irá implantándose en los EEUU. Vemos ese viraje fascista a través de los ojos de un niño, el joven Roth, que nos sumergirá en los temores habituales de la infancia y en los miedos de una sociedad aún en formación. Por otra parte no es nuevo el tema de la utilización del judío como chivo expiatorio o las teorías de la conspiración antisemita en las que nos embarca Philip Roth en “La conjura contra América”, sin embargo, lo que sí es novedoso es la maestría con la que nos lo cuenta.

¿Qué hubiera sucedido si el famoso piloto y héroe americano Lindbergh (u otro de su misma cuerda) se hubiera presentando a las elecciones norteamericanas y las hubiera ganado? Pues no lo sabemos. Como tampoco lo sabe Philip Roth, pero se agradece su esfuerzo en descifrarlo. ¿Un aviso para navegantes, tal vez?

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