miércoles, 10 de febrero de 2010

El mercado de Bac Ha

Intentando organizar mi cada vez mayor archivo fotográfico, me he topado con este bonito recuerdo de un viaje que realicé hace unos años. En la foto, lanzada con mi pírrica cámara de por aquel entonces, se ve a un grupito de vendedoras en el mercadillo dominical de Bac Ha, al norte de Vietnam. Sita a unos sesenta kilómetros de Lao-Cai, frontera natural entre China y Vietnam, el poblado de Bac Ha se inserta en una zona montañosa alrededor de la cual hay numerosas aldeas habitadas por diferentes minorías étnicas. La diversidad es una característica del norte de Vietnam, en donde se congregan más de treinta etnias diferentes entre las que se encuentran los H’mong negros o floreados, los Dzao rojos o negros, los Zay, los Thai, etc.… Aunque sin ningún género de dudas, los más llamativos de todos ellos son los H’mong floreados, especialmente las mujeres, que van ataviadas con espectaculares trajes de colores, fabricados por ellas mismas con cáñamo y tiras bordadas. Precisamente a esta etnia pertenecen las señoras de la foto que da pie a esta entrada, omnipresentes en todo el mercado.

El mercado sólo se celebra los domingos y a él acuden gentes provenientes de aldeas lejanas que se acercan hasta allí con el propósito de comprar y vender todo tipo de productos: ganado, comida, tejidos… aunque las tribus de la Cochinchina son capaces de autoabastecerse de prácticamente todo lo que necesitan, con una única excepción: la sal. Pero el mercado no sirve tan sólo como zoco en el cual hacer negocio, la gente aprovecha para coincidir con sus familiares y amigos de otras tribus y fomentar las relaciones sociales. ¡Incluso es un lugar ideal para encontrar pareja! Al parecer los chicos jóvenes bajan hasta el mercado con esa intención y la tradición dicta que cuando les gusta una chica, se la llevan a su casa, en donde habrá de permanecer durante tres días sin salir, alimentada por los padres de él. Si la chica se come la comida, eso significa que acepta al chico, pero si no lo hace, al tercer día la dejan marchar y el chaval habrá de aceptar que le han dado calabazas. En fin, las cosas de las tribus 

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