lunes, 17 de enero de 2011

Hacia la muerte



Las dos novelas cortas que componen “Hasta la muerte”, tituladas “Cruzada” y “Amor tardío”, tienen al menos dos cosas en común: el ser el viaje final de dos tipos con bastante facilidad para autodestruirse, además de tratar dos historias de fanatismo exacerbado, uno extemporáneo, la primera, y otro más o menos contemporáneo, la segunda. En este sentido, podríamos decir que en ambas se explora el ambiente de odio en el que viven y mueren, o enloquecen, los judíos. Por desgracia y ya saliéndome del tema, no es difícil observar esos mismos síntomas en buena parte de la plana mayor del movimiento sionista.  

La primera de las historias es la de un conde francés en plena cruzada a Tierra Santa, que asesina y arrasa con todo lo que encuentra en su camino.  Mientras que la segunda, supone el testimonio de un anciano conferenciante israelí, de origen ruso, obsesionado con una posible invasión bolchevique. En ambos casos los protagonistas están obsesionados y angustiados por ideas irracionales, por las cuales sufren hasta llegar a desintegrarse como personas. El exacerbado antisemitismo del conde medieval no varía demasiado del sionismo militante y anti-bolchevismo de Shraga Unger, un tipo que sueña con destacamentos de tanques judíos entrando en Bielorrusia y con poblaciones rusas en las que los hebreos se sublevan contra el establishment y pasan a cuchillo a sus vecinos eslavos.

La verdad es que no había leído nada de Amos Oz hasta ahora, pese a ser uno de los novelistas israelíes más conocidos de todos los tiempos. La experiencia ha sido grata, así que más adelante es posible que repita. Su obra (al menos esta) contiene una prosa clara, bella y precisa, no exenta de alardes pero sin excederse en el uso de figuras literarias ni en la introducción de pesados barroquismos. Lo que es difícil, teniendo en cuenta el alto componente introspectivo de las dos historias del libro. Una obra con la que, por cierto, Oz despertó enormes elogios de parte de la crítica literaria internacional.      

Amos Oz, nacido en Jerusalén en 1939, es el escritor israelí más importante de la actualidad y un firme activista por la paz en su país. Su talento literario lo ha hecho merecedor de numerosos premios internacionales, como el Premio Goethe (2005), el reputado Premio Israelí de Literatura (1998) o también el Príncipe de Asturias de las Letras del año 2007, justo el año después que lo ganara Paul Auster.

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