Supongo
que a todos nos ha pasado alguna vez. Uno acude a un concierto casi de rebote, sin expectativa alguna y luego se topa con una
actuación épica. Igual ni siquiera conocemos a la banda en liza, o sí pero no
les tenemos muy oídos, o simplemente lo que hemos escuchado de ellos nos dice bien
poco o nada, pero hala, ¡toma ya!, peaso
concierto que t'has tragao. Justo eso me pasó a mí hace justo un año en la sala Wah Wah, gracias a Joe
Crepúsculo. Un show sobre el que
os hablé en su momento y al que acudí a falta de un plan mejor. Sin embargo en
ocasiones ocurre justo lo contrario. Es decir, vas a ver a uno de tus grupos
favoritos, más ilusionado que un chiquillo con zapatos nuevos y, ¡oh!, sorpresa…
¡vaya cagarro de concierto! Cuento todo esto porque ayer fui a los fastos del V aniversario de Vinilo Valencia, revista independiente, web de noticias musicales, promotora y varias
cosas más, con sede en la capital del Turia, en el marco de los que actuaban Amatástico, proyecto compartido entre
los líderes de Amatria y Gilbertástico, y el inclasificable
trovador tecno Joe Crepúsculo. Los primeros me dejaron muy frío, mientras que el
genio de Sant Joan Despí tan sólo templado.
Quizá
sea injusto decir eso de Amatástico. Lo
cierto es que no les presté demasiada atención. Cuando entramos al local su
actuación ya había comenzado y, entre que no me seduce demasiado su propuesta (ni
la de Amatria ni la de Gilbertástico) y que estaba desesperado por
agenciarme una cerveza y charrar con mis amigos sobre lo divino y lo humano, la
cosa se fue esfumando con rapidez. Tan sólo giré la cabeza hacia el final,
cuando los dos músicos valencianos requirieron la presencia sobre el escenario de
Joe, para escenificar una suerte de
homenaje musical a la gente de Vinilo
Valencia. El caso es que su momento terminó justo ahí, dando paso a Supercrepus, motivo por el cual había acudido la mayor parte del público.
Como
he mencionado al comienzo, es esta la segunda vez en un año que veo al amigo
Joel Iriarte aquí en Valencia y en la misma sala. La primera ocasión fue
mágica, sobretodo por lo inesperado, pero esta segunda no lo fue tanto
justamente por el mismo motivo. O sea, que me esperaba más. Me dio la sensación de que le costaba entrar en
calor y transmitir toda esa energía friki
que lleva dentro. Ni siquiera cuando se arrancó con “Diririri Dirarara” o
“Ritmo mágico”, dos de mis canciones favoritas de toda su discografía, la cosa
cambió a mejor. Insisto, me pareció todo demasiado frío, al menos respecto a su
anterior concierto en Valencia, que es el único referente que tengo. Como sí
el helor y la lluvia de ayer hubiese influido negativamente en el catalán. Si
bien, todo hay que reconocerlo, la cosa fue mejorando con el transcurrir de las
canciones, alcanzando su cenit con “Baraja de cuchillos” con la que el
respetable se animó a botar y bailotear en serio. Lástima que fuesen los últimos coletazos de una
actuación en la que Joe y su partener nos
dejaron a medias.
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