jueves, 21 de marzo de 2013
Rodriguez
Estoy sentado tranquilamente en el sillón, deleitándome con el "God save the Clientele" de "The Clientele" -God save Bboyz!!!- y no sé por qué pero la balsámica voz de Alasdair MacLean me transporta hacia un documental que vi hace unos días, protagonizado por un héroe anónimo de la canción también dotado de una preciosa voz. Lo raro es que no os haya hablado de esta producción sueca hasta ahora, teniendo en cuenta el dulce regusto que me dejó. Un dejo del cual aún a día de hoy no me he desprendido.
El documental se titula "Searching for the Sugar Man" y en el se nos habla de Rod Riguez o Sixto Rodríguez o simplemente Rodriguez, cantautor y poeta originario de Detroit que a finales de los 60 pudo llegar a ser una especie de Dylan y por no ser, no fue ni siquiera un artista one hit wonder –ya sabéis, esas bandas que de repente alcanzan el estrellato masivo con una canción concreta, pero que por algún motivo no consiguen repetir ese triunfo y rápidamente acaban volviendo a su estatus más modesto … ¿a alguien le viene a la cabeza Blind Melon y su “No rain”?-. Eso en su casa porque, inexplicablemente, en la otra parte del mundo el señor Rodriguez alcanzó el estatus de megaestrella al nivel de Elvis Presley e incluso por encima de los Rolling Stones (wtf?!). Ese lejano lugar era Sudáfrica. Y hablo en pasado porque me refiero a otra Sudáfrica y no a la que conocemos hoy día. Ya sabéis, el país del apartheid, el de las políticas filonazis del impresentable de Pieter Botha… un para nada idílico escenario en el cual las composiciones de Sixto Rodríguez acabarían por formar parte de la banda sonora de la revolución.
No nos debería extrañar. Ya sabemos que nadie es profeta en su tierra y en demasiadas ocasiones resulta más sencillo obtener fuera el reconocimiento que se te niega en casa. Sin embargo lo que no es normal es que uno no se entere de ello. Y es que mientras varios cortes del “Cold facts” -primer álbum de Rodriguez- eran utilizados como himnos revolucionarios para una juventud sudafricana ávida de reformas, el artista continuaba con su modesta vida de albañil en una, ya por entonces, deteriorada ciudad de Detroit. Ciudad en la que, por cierto, aún hoy día vive. Y es que, aún después de conocer y recoger el fruto de su éxito allende los mares bien entrados los años 90, el tipo ha seguido con su vida humilde y casi anónima en un destartalado caserón de la que fuera considerada capital mundial del motor.
La verdad es que la historia es increíble. Todo resulta demasiado raro como para ser verdad. Pero es este un mundo extraño y maravilloso donde en ocasiones pasan estas cosas. ¿Quien le iba a decir al bueno de Sixto Rodríguez que sería el protagonista de un cuento de hadas?
De regalo os dejo este enlace donde podéis escuchar -for free- el “Cold facts” de Rodriguez. Viene acompañado de una fantástica reseña firmada por mi amigatxo Txarls.
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