Hace
frío, es invierno y es lo que toca, pero si a eso le sumamos el malestar físico,
aún parece que haga más frío del que realmente hace. ¿O acaso es cierto que este
invierno está resultando más fresco que los anteriores? Bueno, da lo mismo, tampoco
me voy a quejar ahora. Todo el año despotricando sobre el asqueroso calor húmedo
tan propio de estas latitudes y ahora que se está bien –entiéndaseme lo de bien-
no es momento de contradecirse. El caso es que la época y las circunstancias me
han parecido las ideales para reencontrarme con un viejo amigo de la juventud,
don Arturo Bandini, alter-ego del novelista y guionista John Fante que
protagoniza la conocida tetralogía compuesta por las novelas “Pregúntale al polvo”, “Camino
de Los Ángeles”, “Sueños de Bunker Hill” y “Espera a la primavera, Bandini”. De esta última es de la que ahora toca hablar.
En este libro Fante nos introduce en la América de la Gran Depresión, un universo de carestías y miserias, de pobreza y humillación, más aún si uno es hijo
de inmigrantes italianos de extracto bien humilde. El joven Bandini habita en este territorio dividido entre locales y extranjeros, no teniendo demasiado claro
en que lado está. Eso sí, nuestro protagonista crece con la seguridad de hallarse en el bando
equivocado, lo que le lleva a marginarse aún más si cabe. Las cosas son todavía
más difíciles cuando tu pueblo soporta un clima hostil que imposibilita desarrollar casi cualquier práctica, cuando tu padre es un mal tipo que está más
por otras cosas que por levantar una familia y cuando tu madre lo fía todo a la
ayuda de ese Dios redentor a quien reza a todas horas pero que, como no podía
ser de otra forma, ni está ni se le espera. Y en estas circunstancias intenta
abrirse camino Arturo, un adolescente turbulento, contradictorio y visceral que
lo fía todo a la esperanza de un futuro mejor. A esa primavera que, sin duda
alguna, acabará por llegar.
Por
lo que a mí respecta, este Suloki transmutado en “Baldini” –que no Bandini-
también espera su primavera. Aunque sea en forma de cosas tan sugerentes como bisturís,
camillas y humillantes batas azules en las que es imposible moverse sin que se te vea el culo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario