Afirma don Jaume Sobrequés,
director del simposio “España contra Cataluña”, que los trescientos años de
represión del estado contra Cataluña "son indiscutibles". También dice, con
cierta altanería dicho sea de paso, que las jornadas tratan de una cuestión
absolutamente objetiva, describiendo “una
realidad histórica, no una opinión subjetiva que está ni en cuestión ni sujeta
a debate”. Así pues, ante tamaña verdad histórica, Dios me libre a mí de
cuestionar nada de nada. Eso yo, que soy un humilde bloguero que opina de todo y de nada sabe, porque otros que parece si saben no lo ven de la misma manera. Con todo y con eso me
voy a permitir introducir aquí una serie de micro-reflexiones, hechas a trazo
grueso -lo reconozco-, pero es que no pienso invertir demasiado tiempo en un
asunto que ya cansa. Bueno y que este es mi blog y si no escribo reviento.
Lo primero que me llama la
atención –bueno, a mí y a media humanidad- es el título del simposio: “España
contra Cataluña: una mirada histórica 1714 – 2014”. ¿Provocativo? Nooooo que
va… ¿Equivocado? Bueno…
Mira tú por donde que ni siquiera me voy a cebar en el
escaso rigor histórico que demuestran unos tipos que teniendo tantos masters y congresos en su currículum, parecen
desconocer que España, como tal, no existió hasta el siglo XIX. Por aquello de que
fuese Isabel II la primera monarca que jurase como reina de España, digo (independientemente
de que el término Hispania, como término geográfico y vagamente político, viniera
utilizándose desde la época de los visigodos). Porque el
problema no es que hayan cometido un desafortunado error al querer pasarse de
mediáticos o grandilocuentes titulando el congreso. Lo que molesta es que parece
concebido arteramente para evidenciar la supuesta existencia de entes
como España y Cataluña (o la Federación del Comercio, la confabulación judeo-masónica,
el comunismo internacional, el Priorato de Sión, la República Galáctica, el Dr.
Moriarty, Freddy Krueger, Sauron el nigromante...) que a través de la
historia representan intrínseca y necesariamente o al Bien o al Mal y que, desde
la noche de los tiempos, siempre han
estado en eterna lucha porque el Mal sólo tiende y puede hacer el mal y el Bien
sólo tiende y puede hacer el bien (por
los siglos de los siglos, amén). Es una apreciación historiográfica mongoloide
que no puede ocultar su condición de vulgar instrumento propagandístico
nacionalista. Y eso es lo que hay. Porque a nadie se le escapa quien es el que anda
detrás de este negocio: el Centro de
Historia Contemporánea, directamente dependiente del departamento de
Presidencia de la Generalitat.
En cualquier caso, estoy seguro que para quienes creen que el
castellano se habla en Cataluña porque lo impuso el Generalísimo, mientras que
el catalán se habla en las Baleares porque una ONG de Ciutat Vella se fue allí
en el siglo XIII a repartir gramáticas del IEC y a hacer consultas populares en
las playas con sardanas, vinos del Priorat y pa amb tomaca; para los que se creen
que el sufrimiento existe el mundo porque un ofidio parlante engatusó a una señorita
para que le pegara un mordisco a una golden;
y para los que piensan que hay nacionalismos intrínsecamente buenos y
nacionalismos intrínsecamente malos, seguro que el tema del simposio les parece
indiscutible y el simposio en sí “incriticable”. ¡Absolutamente nen!
En fin Serafín, que esto es lo que hay y como se dice en mi
pueblo “lo que hi ha juga”. Si bien, a estas
alturas de la película, alguno ya debería tener claro que los asuntos
independencia-autonomía poco o nada tienen que ver con los agravios heredados o
los hechos diferenciales que vienen del pasado, sino con la decisión inequívoca
de una sociedad que cree en una cosa o en la contraria. A ver que cojones tendré yo que ver con los desfases de Isabel la Católica o Ramón Berenguer IV. Pos això…
Tristemente, lo único
que podemos sacar en claro de este affaire es que hay quienes siguen firmemente interesados en azuzar el fuego de
la tensión política y civil que se respira en Cataluña. Después si las cosas se
salen de madre, los responsables seremos todos, como siempre. Así que, como dice el refrán, "que cada palo
aguante su vela". Yo no pienso ayudar a nadie acarreando la suya.
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