sábado, 15 de febrero de 2014

Pantano hay uno (y no cincuenta y uno)

Vaya por delante que Iván Rojo es amigo mío. Un amigo, además, con el que he vivido un buen puñado de momentos de esos que cabría calificar como especiales, a veces buenos y otros no tanto. Amigo de los que te envían dieciocho whatsapps en una tarde tonta para contarte como respiran o para saber como lo haces tú. Amigo de los que siempre te felicitan cuando las cosas te van de cara pero que, sobretodo, andan pendientes de ti cuando caen chuzos de punta sobre tu cabeza. Amigo de los que hay bien pocos, de aquellos que dan sentido a una palabra como amistad, tan rimbombante ella, pero a la vez tan desvirtuada, distorsionada y hasta difuminada por el mal uso que le damos. En definitiva, que Iván es, por encima de todo, un buen amigo.

Eso para mí y unos cuantos afortunados, porque para los demás, para vosotros lectores de este remedo de crítica, Iván tan solo ha de ser una cosa, uno de esos escritores noveles a los que es recomendable seguirles la pista. Porque Iván escribe y lo hace realmente bien. Algunos de vosotros ya lo habréis comprobado a través de su blog. Un espacio en donde Iván lleva ya unos cuantos años haciéndonos partícipes de su mundo interior. Y es que, a pesar de los muchos palitos en las ruedas que el azar y/o algún que otro hijoputa le han puesto, él nunca ha cejado en su empeño. A perseverancia no le gana nadie y por eso no ha parado de escribir y compartirlo con nosotros, lloviera, nevase, tronara o hiciese calor, algo mucho más normal por estos pagos. Todos estos años de infortunio le han curtido, preparándole para lo que habría de venir después, ¡el ahora!, y sobretodo para todo lo bueno que seguramente está por llegar. Y es que, tras un largo y duro tránsito por el desierto del ninguneo, una editorial, aún pequeña, pero no por ello menos interesante, se ha fijado en la obra de este brillante contador de historias. Se trata de la gente de Sven Jorgensen, de Barcelona, quienes han decidido apostar por este patraixero de pro publicando “Pantano”, magnífica compilación de relatos que supone el debut literario “oficial” del señor Rojo.

Los hijos de la LOGSE sabemos de lo que estamos hablando cuando hablamos de pantanos. Y no, no me refiero a la definición que desde el punto de vista de la ecología y las ciencias naturales se pueda dar. Ni siquiera a lo que dicta la R.A.E., tan atenta siempre a la evolución de los usos del lenguaje castellano. Un pantano es esto en lo que estamos sumidos. Es el aquí y el ahora. “Es esta España mía, esta España nuestra” que cantaba Cecilia. Es este agujero ponzoñoso, en jerga de Kiko Amat, en el cual malvivimos o mejor sobrevivimos. Es este reducto de aguas estancadas y barro en mitad de la nada en el cual, sorprendentemente, a veces nace una flor. Pero esa flor, lo sabemos bien, no tardará en marchitarse. “Pantano” es el Knockemstiff, el Cape Breton, el Rocklin de Iván Rojo. Un sitio en el cual apenas si ocurre nada y en el que, sin embargo, ocurre todo. Y gran parte de lo que ocurre es una mierda y alguien tiene que contarlo tal cual es. Y en esas está Iván, asumiendo ese papel de narrador de historias mínimas e insignificantes en las que acontecen pequeños dramas y tragedias cotidianas protagonizadas por personas más o menos normales que poco o nada tienen de heroico o de romántico.

Después de todo lo dicho entenderéis que el estilo de Iván tan solo puede ser duro, o más bien duro de cojones, e impactante. Con una prosa tremendamente cruda, sin ningún tipo de aderezo, por momentos violenta y poco apta para según que estómagos. Como ocurre con la historia de ese "hermano de sangre" que sabe que por su hermana tiene que hacer lo que tiene que hacer y no hay más que hablar. Realismo sucio. Sucísimo. La cara B de los reportajes sobre triunfadores que nos regalan revistas como Icon o el dominical de El País. Vidas de perdedores que, a diario, se suben al ring de la vida para enfrentarse con uno mismo y por supuesto perder. Historias de familias corroídas por el salitre del mar, o por el alcohol, o por los malos tratos, o por todo eso junto y mucho más. Personajes que en ocasiones ni tan siquiera gozan del derecho a compadecerse al descubrir que, por muy mal que estén, a su alrededor aún los hay que están peor.

Es evidente que el universo del autor remite a la obra de genios de las letras tales como Bukowski, Carver o Richard Ford. Evocaciones que de ninguna de las maneras ahogan la singularidad de unos cuentos que al final nos sitúan en un universo propio y diferente del de los anteriores. Un espacio rico en matices que también incluye odas al humor absurdo y a la crítica social extrapolada al ¿medievo?, y que revela cierta fascinación por el mundo de la ciencia ficción, como en esa deliciosa aproximación al cine de Kore-eda que supone "John Paul Young tiene razón".

En fin, que empecé a leer este libro porque está escrito por mi amigo, pero lo terminé porque es realmente bueno. Hace ya demasiado tiempo que paso de ser un bien queda y es que, aunque espero y deseo que a Iván le vaya bien en esto, para chuparnos las pollas ya habrá mejores ocasiones. O sea, que si toca ser crítico pues lo seré, pero si alguien se merece elogios pues es justo dárselos y "Pantano” merece mucho de esto último. Si “Pantano” fuera un truño ni me la hubiera acabado y desde luego, me hubiese ahorrado todos los parabienes que acompañan este texto. Así que vosotros mismos... ¿Qué no me creéis? Pues bueno, vosotros os lo perdéis. Siempre os podéis coger lo último de Paulo Coelho que seguro está de puta madre. O ya puestos una de esas obras magnas de mujeres folladoras escritas justamente para mujeres que ya hace mucho que no follan. Yo, desde luego, preferiría sumergirme en este "Pantano" de aguas fétidas, aún a riesgo de ahogarme en el.

En fin, lo dicho, ¡librazo! O como lo expresaría el crítico del Times Literary Supplement: "Un esperanzador debut literario". Aunque supongo que él lo diría en inglés.

Agur.         



2 comentarios:

  1. Bonita oda a la buena literatura. Y a la buena amistad. Bienes escasos y la par maravillosos. Los q le hemos seguido le deseamos mucho éxito. Pero sólo porque, como bien dices, la obra lo merece. Saludos desde el pantano catalán.
    B

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  2. Me alegro que le haya gustado.
    A sus pinrreles.

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