Mi
colega el Negre se ha ido a Karlsruhe para desarrollarse agronómicamente. Bueno,
supongo que para eso y para lo que surja, ¿cómo no? (je je je). Y sí, ya sé lo que estarán
pensando quienes le conozcan: ¿Qué hace un tío de la Pobla vendiendo tomates en
el país de los nibelungos? Encima en Karlsruhe… la ciudad que vio brillar al
puto Edgar Schmitt, aquel futbolista de medio pelo que tuvo su minuto de gloria
hace veinte años ya, cuando decidió transmutarse en Pelé y explosionar al Valencia CF colándole cuatro golitos a Sempere. ¡Y yo que sé! Pero ya sabéis
que el llamado de la Merkel es poderoso y no hay españolito que se resista a
ello. Que se lo digan a Marihuano, que cada vez que coincide con la canciller en
alguna cumbre pierde el culo por fotografiarse a su vera. De ahí que los Paco
Martínez Soria se multipliquen día tras día… Joer, vale, la comparación es una puta mierda, pero os prometo que
no hay mala intención. El señor Soria (éste, no el imitador de Aznar que
tenemos como Ministro de Industria) me merece el mayor de los respetos. No así
sus películas.
El caso es que no era de este Negre sobre quien os venía a
hablar, que me enredo muy fácilmente. La entrada pretende ir sobre Fernando Junquera aka Negro aka nosecuantos motes más. Extraordinario guitarrista que
practica una suerte de blues experimental
o espacial o directamente marciano, que fue el protagonista del Aperitiver del TulsaCafé el pasado sábado.
Reconozco
que hasta ese momento no conocía de nada a este Negro (Joer, eso ha sonado totalmente
“The Wire”). Vamos, que no es que nunca le hubiese escuchado, es que ni tan
siquiera recuerdo que nadie me haya hablado de él y de su música. Por eso fui
a ciegas hasta el Tulsa, virgen de "negrismo", sin referentes ni expectativas, tan
solo con los oídos bien abiertos dispuesto a disfrutar, o no, del espectáculo. Y
he de deciros que salí de allí más satisfecho que la pelirroja de aquel anuncio de Herbal Essences,
después de lavarse el pelo. Maedeusinyor, ¡¡¡que
derroche de virtuosismo a las cuerdas!! Que capacidad para crear cosas que
parecen una y luego se desdoblan sobre si mismas y luego otra vez hasta
acabar siendo algo totalmente diferente. ¡Magnífico! Y lo digo ahora, pasada ya
la euforia post-concierto. Porque el bolo me dejó completamente noqueado. La música de Negro, en algunos pasajes, me recordó a la de un par de artistas geniales responsables de dos de los
mejores discos editados durante el pasado 2013. Os hablo de William Tyler y en
menor medida de Steve Gunn. Las similitudes con el primero son harto reconocibles
en cortes como “100 euros enrollados en tu ano”, canción incluida en el último elepé del señor Junquera. Las referencias a Steve Gunn son más rebuscadas si
queréis. Pero bueno, no sé, me ha parecido que ese espíritu folk tan extraño, incluso nihilista, acercaba a estos dos artistas tan lejanos geográficamente. Eso sí, Negro es mucho más galáctico que el gringo y encima no canta.
Para muestra un (maravilloso) botón:
No
me imaginaba que un paisano pudiera acercarse al mundo de esos monstruos y resolverlo tan bien. Chapeau Fernando. Ahora es
momento de recuperar el tiempo perdido empapándome de esa “Formación del
espíritu nacional” que tan maravillosamente sostuviste sobre el escenario del
Tulsa. Un álbum que, según leo en la contraportada, fue grabado y mezclado a
finales del 2012 en Alfafar City.
Vamos, aquí al ladito. Y yo sin enterarme. En fin pa' que seguir…
¡Grande Negro! Le seguiré la pista. También al Negre. Pero eso será cuando regrese harto de chucrut y valkirias (salut Negre, ens veiem)... si es que alguna vez lo hace, que está por ver.
Ah! Que no se me olvide... Mi enhorabuena (again) a los chicos
del Tulsa y de Verlanga por hacer esto posible.
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