Tras
cinco años de silencio y cuando muchos ya pensabamos que Richmond
Fontaine era un proyecto finiquitado, el amigo Willy Vlautin se ha
reencontrado con sus chicos y nos ha regalado "You can't go back
if there's nothing to go back to", undecimo álbum en la
trayectoria de la banda de Portland después de 20 años. Otra
delicatessen más a añadir a una extensa lista de canciones made in Vlautin. De
esas que, al final, te dejan un regusto más amargo que dulce. Una novela
musicada en trece actos en la que dibuja, como solo él sabe
hacerlo, ese tipo de historias cotidianas que tan próximas nos resultan pese a la enorme distancia geográfica. Un disco enorme que con total
seguridad se hallará entre lo más granado de la cosecha musical
2016 a finales del presente.
Retratista
de la América olvidada, aquella que pueblan perdedores irremediables
y solitarios sin rumbo, Willy Vlautin, es también un brillante
escritor de novelas. Quizás sería más exacto decir que Vlautin es
sobretodo eso. Al menos es lo que dice la crítica y refrenda el hecho de ser más conocido
por esta faceta que por la estrictamente musical. Sus libros, al menos los
dos primeros que son los que yo he leído, rezuman ese
tono tristón y melancólico marca
de la casa. Y las historias relatadas podrían formar parte
perfectamente de cualquier elepé de alt-country facturado por el
trovador de Reno.
La
primera de las novelas a las que me he referido se titula "Vida
de motel" y, según
tengo entendido, obtuvo un considerable
éxito de crítica y público
allá por el 2006.
Se trata de una
buena historia de carretera,
sencilla pero muy real, esencialmente triste pero repleta de momentos
simpáticos y con un final
que deja espacio a
la esperanza. Protagonizada
por dos hermanos acostumbrados a que al lanzar la moneda siempre
les salga cruz,
la narración comienza con un
desafortunado incidente que no desvelaré y que ejemplifica lo que
acabo de decir. Es por ello que Frank
y Jerry Lee se echan a la carretera, saltando
de motel en motel, en un
remedo de
huida
hacia ninguna parte.
Así iremos conociendo los
anhelos y las decepciones de estos dos perdedores de manual, las
cosas que perdieron en el fuego y todo lo que pudo haber sido y no
fue. Una fabula con una
enorme dosis de sentimiento y compasión en
la que cabe destacar las
ilustraciones al principio
de cada capítulo, porque
forman parte del ADN de la
novela y más concretamente
del de uno de sus protagonistas. Al final "Vida
de motel" me ha
parecido un libro
esencialmente bonito y entrañable.
También es cierto que no es un libro
redondo.
La
segunda novela de la que os quería hablar, que a su vez es la
segunda en la trayectoria literaria del autor, se titula "Northline" (2008). Y me ha parecido una obra
superior a la del debut.
Cuenta la huida de Allison
Johnson -sí, aquí también se huye-, acosada
por infinidad de errores cometidos en su aún corta vida, entre
los que se encuentra un tipejo en forma de novio. Es por eso que nuestra heroína se
aleja de Las Vegas con la intención de construir una nueva vida en alguna otra parte.
Obviamente no le resultará nada fácil, más aún cuando la
chiquilla soporta todos los vicios de la white trash
estadounidense y carece de medios o apoyo. Bueno, si exceptuamos a su
amigo imaginario, que además es un trasunto de Paul Newman. Con
todo, pese a que su situación es jodida y que su historia es bastante dura, la trama transcurre de forma bastante suave.
Para ello es fundamental como Vlautin engarza una serie de pequeños
actos de amabilidad que transforman esta histora aparentemente lúgubre
en algo dotado de cierta luminosidad. Una hermoso relato que, desde mi
punto de vista y a falta de leer más cosas del autor, consagran al
Willy Vlautin escritor.
Por cierto que, "Northline" viene acompañada de una bonita banda sonora...
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