A
estas alturas ya sabemos que el bacalao no es solo un pescado
blanco o azul, dependiendo de si se presenta fresco o en salazón.
Bueno, puede ser que si te criaste a orillas del Atlántico
portugués, dónde ese pez es el rey de la cocina, desconozcas la
existencia de otras acepciones. Desde
luego que no
será así si
naciste
en esta terreta en
la que me parieron y te movilizaste
en el ambiente
de la fiesta en los noventa. El problema es que ha habido una suerte
de intoxicación en lo que al bacalao musical respecta. O sea, al
bakalao con k. Que fue en lo que devino todo un movimiento cultural
que fue capaz de poner a Valencia a
la vanguardia europea. Os hablo, cómo
no, de esa
mierdaca electrónica a base de ritmos rápidos y repetitivos,
cantaditas y sonidos editados, con los
que gran parte
de la chavalada del país se ponía hasta las trancas de viernes a
domingo. Ese ruido con pretensiones, esa anti-música a la que odié con toda mi alma durante mi juventud, pero que hacía las delicias de los protagonistas de aquel conocido reportaje emitido por el Canal Plus en el año 93.
Conocido
mediáticamente como la Ruta
del Bakalao (o
Ruta Destroy), fue
heredera
directa
de algo más
que interesante a lo que algunos se
refieren como
"la movida
valenciana". Nacida
en los años ochenta (o incluso a finales de los setenta), en plena
Transición y con un cariz vanguardista, transgresor y hasta
underground, esta movida supone el mayor periodo de esplendor
cultural que se ha vivido por estos
lares. Aquí
se alumbraron algunas de las discotecas y pubs más innovadores del
país, se pincharon vinilos de gentes a los que nadie conocía y se
programaron conciertos de reputadas bandas en horarios imposibles.
También se consumieron drogas. Primero mescalinas, luego
de otro
tipo.
Y todo eso dio como fruto el
mayor movimiento de
clubbing a
lo largo y ancho de la piel de toro.
Con
consecuencias
a medio
plazo sobre la forma de ocio nocturno practicada
en todo
el país.
De
todo esto nos habla “¡Bacalao!
Historia oral
de la música de baile en Valencia, 1980 – 1995”, escrito por el
periodista y diyéi barcelonés Luis Costa. Libro construido a base
de entrevistas con los principales actores de la escena musical valenciana en aquel momento. Por allí transitan los precursores a los
platos, los empresarios de la noche que montaron los
garitos, los
responsables de tiendas de importación imprescindibles en aquellas
fechas, algún periodista musical y músicos de aquí y de más
allá. De
hecho uno de ellos, Shaun Ryder de los Happy Mondays, llega a decir
cosas como que “[...] todo estaba ocurriendo antes en Valencia que en Ibiza”.
En términos parecidos se manifiestan Mark Burgess, de The Chameleons
o Andy Jarman de “A Popular History of Signs”.
Un
libro muy interesante que nos
acerca a lo que realmente ocurrió y que va mucho más allá de lo
que la mayoría de la gente recuerda. Algo importante y que está muy
por encima de esa imagen distorsionada, repleta de mascachapas y
chimobayos, a la que muchos accedimos por culpa, aunque no solo, de
los medios de comunicación.
Os
dejo esta interesante listica con la banda sonora del libro...
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