Hablar
de Dave Eggers es hablar de McSweeney’s,
la fantástica revista/editorial gracias a la cual conocemos algunas de las
perlas que la literatura norteamericana nos ha regalado durante los últimos 10
años. Creada con la intención de publicar cuentos que habían sido rechazados
repetidamente por otras revistas, gracias a la labor de Eggers hemos podido acceder
a autores como George Saunders, Jim Shepard o Jonathan Lethem. Aunque por
encima de todos ellos está él mismo y su obra, en la cual yo me he introducido
por primera vez. Ha sido a través de “Guardianes de la intimidad”, una
deliciosa compilación de relatos muy en la línea de lo que hoy día entendemos
por literatura experimental. Una serie de historias repletas de personajes
errantes que luchan por encontrar el sentido de la vida, una madero al que
asirse que les evite ser arrastrados por la corriente. Sobra
decir que eso no es siempre posible y mucho menos en el mundo literario de
Eggers, donde abundan los posos de amargura. Real como la vida misma.
Me
habían hablado de Dave Eggers como una de las voces más interesantes de la
nueva creación literaria norteamericana y la verdad es que a mí también me lo ha parecido. Le
seguiré la pista.
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