Hace
ya demasiado tiempo y gracias a la biblioteca pública de mi pueblo, conocí a un
magnífico fabulador llamado Paul Auster. Fue gracias a “La música del azar” al
que siguieron “Leviatán”, “Ciudad de cristal”, “Fantasmas”… y así hasta agotar
todos los títulos incluidos en el catálogo municipal. Desde ese momento le
declaré amor eterno a este maestro del azar y la contingencia, y el me lo
devolvió concediéndome numerosas horas de disfrute devorando sus libros. Pero
llegó un momento en que esa llama se apagó. El mal sabor de boca que me dejó
“Viajes por el Scriptorium”, una obra menor que parece escrita casi con
desgana, en la que da la impresión que se cuenten cosas tan sólo porque hay que contar algo,
me hicieron distanciarme del de Newark, prestando escaso interés a sus obras posteriores.
Pues
bien, aprovechando que por mi estantería rondaba un ejemplar de una de sus
últimas novelas que alguien tuvo a bien en regalarme, que no tenía nada mejor
para leer en esos momentos, y que la obra en cuestión, “Invisible”, venía
precedida de muy buenas críticas, me decidí a darle una nueva oportunidad. Y a
Dios gracias que lo hice. ¡Que barbaridad de libro! Un relato melancólico y
preciosista en el cual me he reencontrado con el mejor Paul Auster. Nuevamente
una historia dentro de otra, como marcan los cánones del austerianismo. Una narración aparentemente sencilla pasada por el
filtro de diferentes géneros literarios, modulada desde distintos puntos de vista
y con el uso de diferentes tiempos verbales, todo ello también marca de la casa. A la fin y a la
postre una clase magistral de escritura para jóvenes aspirantes… y para
veteranos lectores negados en el arte de juntar palabras!!!
La
historia de “Invisible” comienza a finales de los años 60 y tiene como
protagonista a Adam Walker, joven poeta en ciernes, estudiante de literatura en
la Universidad de Columbia, apuesto, educado, implicado políticamente y
sobretodo ávido de vida y aventuras. El encuentro con una pareja de enigmáticos
franceses desencadenará un tremendo suceso que le marcará de por vida. Ya en
sus últimos días de vida, aquejado de una terrible enfermedad, decidirá poner
en negro sobre blanco la historia de su vida, con especial énfasis en explicar como
aquel incidente le marcará de forma irremediable. Para ello recurrirá a un
viejo compañero de estudios con quien había roto todo tipo de contacto varias
décadas antes y que ahora es un reputado escritor.
Con
esta novela Auster nos vuelve a sumergir en sus lugares favoritos, Nueva York y
sus enormes avenidas, París y sus bucólicos cafés… y nos vuelve a dejar claras
cuales son sus influencias/obsesiones/referencias literarias: los poetas
clásicos, la épica de Melville, los cuentos de Hawthorne, los novelistas
franceses (Flaubert, Stendhal…)… Además de incluir un curioso guiño al escritor
español Enrique Vila-Matas.
Un
reencuentro maravilloso e inesperado.
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