sábado, 31 de julio de 2010
Cabeza de viejo, cuerpo de jóven
Personaje desternillante el creado por los chicos de Muchachada Nui haciendo coña sobre una realidad inquietante, la proliferación de señores mayores con tabletas de chocolate incorporadas. Y es que eso del culto al cuerpo ha hecho mogollón de daño. Por lo menos en San Francisco, en donde vimos unos cuantos de esos "cabezadeviejocuerpodejoven". Por ese motivo la graciosa tonadilla pasó a formar parte de la BSO del viaje.
Aunque para ver algún espécimen de "cabezade..." tampoco hace falta buscar tan lejos, "ni en montañas lejanas ni en desiertos remotos":
"cabeza de viejoooo y cuerpo de joooven ♪ ♫ "
viernes, 30 de julio de 2010
Manjar de gordacos
Este
esquema explicativo de cómo hacer una “mejor hamburguesa”, es obra de la gente
de BLT Burger, conocida
hamburguesería con sede en Las Vegas, Nueva York y Hong Kong, que se jacta de
ofrecer el mejor producto del sector. No se aprecia muy bien en la foto, pero según ellos el bocata ha de medir,
exactamente, 4,25 pulgadas de alto por 4,50 de ancho (en la base). El bollo ha de
ser fresco, o sea del día, y estar un pelín tostado por ambas partes. Sobre él se colocará
una hamburguesa de ternera de siete onzas -1/4 de libra más o menos- hecha a la parrilla. Por lo demás, los condimentos se reducen a lechuga iceberg fresca y perfectamente cortada, unas rodajitas de cebolla morada y de tomate, rematando la faena con las salsas, ketchup y mostaza Heinz. Como os podréis imaginar un servidor, que ha estado recientemente en Las Vegas, no podía desaprovechar la oportunidad de probarla, por lo que se jaló una bien rica. Y no cualquier hamburguesita de las que ofertaba la carta, sino esa precisamente, la BLT Burger que da nombre al restaurante. ¿Y que tal? Pues,.en fin... que queréis que os diga... afirmar que es la mejor del mundo me parece un poco atrevido, ahora, tampoco negaré que estaba de cojones.
Reflexionando a toro pasado, me doy cuenta que no miré cuantas calorías tenía esa cosa, aunque supongo que no importa demasiado. Debe de tener un huevo (de hecho las tiene) y ello explica algunas cuestiones referentes al gran número de gordacos que se ven en los EEUU. En parte porque los gringos devoran constantemente hamburguesas, elevadas a la categoría de manjar de dioses (de ahí el gran número de restaurantes dedicados exclusivamente a este plato). Y vaya, que si el producto
estrella de tu gastronomía es un peaso burger,
no puedes aspirar a que tus ciudadanos conserven una bonita figura. Algo fácilmente comprobable echando
un simple vistazo a cualquier calle o avenida de una ciudad norteamericana. Se nota, se siente, como cientos de norteamericanos no incluyen entre sus preocupaciones el guardar la línea. Y no hablo tan sólo de Las Vegas, antro de corrupción sin parangón -en todos los sentidos-, sino de ciudades más europeizadas tipo San Francisco, lugares en los que, a priori, sus habitantes se muestran inquietos por la comida sana y la práctica deportiva. Pues bien, también allí es fácil presenciar un desfile de enormes bartolas y numerosas lorzas que
sobresalen desde partes del cuerpo en las que uno juraría que eso es imposible. Y
no hablo de obesos mórbidos u otro tipo de enfermedades que impiden a la persona controlar su peso, sino de los gordacos como casta dominante en el paisaje urbano. Gente
que se deja ir y lo mismo les da ocho que ochenta, ¡o que ciento ochenta! -cifra más adecuada viendo el asunto que nos ocupa-.
En fin, lo dejo aquí, tampoco quiero iniciar algún tipo de análisis sobre los hábitos alimentarios de los gringos. Sobretodo porque tampoco es que yo esté para hablar mucho. Eso sí, me alegro mogollón de no vivir en los USA, entre las burgers, las porriotadas de café tipo Starbucks, las cookies y los cientos de tipos diferentes de patatas fritas, tendría bastantes números para ingresar en tan oronda casta. Y si a eso le unimos mi afición por el "zumo de cebada"... ufff... mejor ni pensarlo... hala pues, buen finde a todos. Y reventad a base de hamburguesas que total, la vida son cuatro días y ya sólo quedán dos.
miércoles, 28 de julio de 2010
La muerte en Granada
Los
tipos del Cuánto daño, imprescindible
blog de coñas y cabronadas varias con
el que me suelo echar unas risas a diario, decidieron colgar esta semana la fotografía
con la que ilustro el post: “las consecuencias de estar dormido mientras preparas el desayuno”. Por primera vez
en lugar de reírme han conseguido que se me pongan los pelillos de punta, al
recordarme una escena similar que aconteció hace años (muchos!!!) y que apunto
estuvo de costarme la vida (…alaaaaaaa
exagerao!!!).
Como
he dicho pasó hace un porrón de años en Granada, un día o dos antes de la
Nochevieja y en una habitación sita en algún lugar más o menos céntrico de la
capital nazarí. Hasta allí nos habíamos desplazado varios amigos del pueblo para
celebrar el advenimiento del nuevo año y, como no cabíamos todos juntos en ninguna
caseta o casa rural y tampoco era cuestión de meterse en un hotel y dejarse los
cuartos (que no teníamos), decidimos alquilar varios aparta-hoteles sitos en un
mismo edificio. A mí y a otros cuatro amigos nos tocó en suerte uno con dos habitaciones con una sola cama, un saloncito con sofá, además de una mini-cocina
desprovista de casi todo lo necesario (pero con una puta cafetera eléctrica!!!).
Como no había más cojones, nos repartimos dos chotos por cama y el suertudo de
turno al sofá.
Pues bien, a este último me quería referir. Lo he calificado como suertudo y no es exacto del todo. Lo cierto es que consensuamos que él se quedara en el saloncito por su incontenible vicio, o sea, por fumar como un carretero. Y cuando digo que fumaba mucho es mucho, ¡muchísimo!, hasta el punto de salirse del cine por puro mono o de levantarse a media noche para encenderse varios pitillos. Así que, de suertudo nada… ahora cabroooooón… cabroooooón… pues un rato. ¡Que no se levanta el menda de madrugada y entre cigarro y cigarro pone la cafetera eléctrica al fuego! ¿En que coño estabas pensado mae? ¿En asesinarnos a todos? Porque tras saltar los plomos y pegarle fuego al puto cacharro, el tipo va y se aposta tranquilamente en un rincón del saloncito, riéndose y fumando tranquilamente como si no pasara nada. Menos mal que mi compañero de habitación se despertó por el fuerte olor a humo y, jurando en arameo, primero nos levantó a todos, luego apagó el fuego y retiró la cafetera y al final abrió de par en par puertas y ventanas para que corriera el aire y se llevara consigola humareda. Y menos mal,
porque los demás no nos percatamos de nada y las habitaciones ya estaban hasta
arriba de humo.
Pues bien, a este último me quería referir. Lo he calificado como suertudo y no es exacto del todo. Lo cierto es que consensuamos que él se quedara en el saloncito por su incontenible vicio, o sea, por fumar como un carretero. Y cuando digo que fumaba mucho es mucho, ¡muchísimo!, hasta el punto de salirse del cine por puro mono o de levantarse a media noche para encenderse varios pitillos. Así que, de suertudo nada… ahora cabroooooón… cabroooooón… pues un rato. ¡Que no se levanta el menda de madrugada y entre cigarro y cigarro pone la cafetera eléctrica al fuego! ¿En que coño estabas pensado mae? ¿En asesinarnos a todos? Porque tras saltar los plomos y pegarle fuego al puto cacharro, el tipo va y se aposta tranquilamente en un rincón del saloncito, riéndose y fumando tranquilamente como si no pasara nada. Menos mal que mi compañero de habitación se despertó por el fuerte olor a humo y, jurando en arameo, primero nos levantó a todos, luego apagó el fuego y retiró la cafetera y al final abrió de par en par puertas y ventanas para que corriera el aire y se llevara consigo
Un rato después de que nuestro "salvador" hiciera todo esto, ya todos juntos en el saloncito tratando de encontrarle una explicación razonable a lo ocurrido, nuestro amigo el psicópata seguía apartao en su esquina. Con el puto
cigarro en la boca y una taza de café vacía en su mano, con una sonrisa malévola en el rostro que no se me olvidará jamás, seguía el curso de los acontecimientos como si el asunto no le fuera. Allí estaba el menda parado, sereno, observando atentamente la escena, recreándose, como quien mira satisfecho el fruto de su obra...
[Kach, cabron.ni, si estás leyendo esto, ¡que
te den! (je je je)]
martes, 27 de julio de 2010
El día que España ganó el Mundial
Dicen que lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas. Es por
ello que aún no tengo claro si ganamos el Mundial de fútbol o ese logro sólo
aconteció en la bizarra capital del juego. Es como lo de las bodas en las
archiconocidas Wedding Chapels en donde la gente se casa vestida de
Elvis y que tan sólo tienen validez dentro del estado de Nevada. Y es que, por
marciano que os parezca, fue allí donde asistí a tan inesperado acontecimiento.
Fue en un hotel casino del Strip, el Sahara (“Dijo Sahara?...
suuure!!!”), una horterada que pretende asemejarse al palacio de algún
jeque árabe, pero hecho de cartón piedra y que es fácilmente reconocible por
sus altas torres multicolores. El sitio en cuestión aparece fugazmente en la
peli Ocean’s 11
y, según he leído, tuvo cierta distinción en el pasado, cuando los miembros del
Rat Pack o el cómico Jack Benny solían actuar en él. Hoy día esta
repleto de chusma como servidor, y de turistas, como mis
compañeros de aventuras, aunque también (muy de tanto en tanto) aparecen por
allí los conductores estrella de la NASCAR.
Precisamente en un restaurante dedicado a ese deporte tan del
gusto del público norteamericano, es donde nos apostamos para ver la final del
Campeonato Mundial de Sudáfrica. Desde las 11:30 de la mañana, rodeados de
holandeses ludópatas (alguno de ellos con muchas ganas de bronca) y apoyados
por los camareros mexicanos y una familia de origen hispano de vacaciones en
Las Vegas, padecimos lo insufrible hasta que el colegiado pitó el final del
partido. Especialmente a partir del minuto 116, glorioso momento en que Chocolate Blanco Iniesta marcó ese golito que, a la fin y a la postre, supuso
la victoria. Madre
mía, que momentazo, que explosión de felicidad, que ganas de llorar… sí, lo
reconozco, al Sulo también le van estas sucias emociones tan ajenas a la
intelectualidad, que se le va a hacer… Tan sólo hubiese sido más lindo si el
puto holandés macarra se hubiese caído de la silla y se hubiera abierto la
cabeza… aunque bueno, en honor a la verdad hay que decir que, una vez
finalizado el encuentro, el tipo tuvo los santos cojones de venir a
felicitarnos. Siendo sincero, creo que yo no me hubiera comportado de forma tan
caballerosa de haber perdido España.
Y el caso es que la cosa pintaba mal, hasta muy mal, tras la
inesperada derrota contra Suiza. La prensa nacional y también la internacional,
comenzaron a soltar hostias contra “el eterno aspirante”, ensañándose con el
seleccionador Vicente Del Bosque (aka Mr. Satán), al que consideraban un personaje sobrepasado por los acontecimientos y
al que venía grande el puesto. Va a ser que no. Don Vicente, siempre exquisito
en su comportamiento y humilde como pocos en este circo en el que abundan bocazas, sabijondos y tirititeros, tiene la mala suerte de no
caer bien en determinados ambientes periodísticos, bien por no ser un
maleducado como su antecesor en el cargo, bien por tratarse de un madridista
confeso (faltaría más, si nació y se crió como futbolista allí!!!).
Y en estas estábamos cuando, sin saber muy bien como, nos
plantamos en semifinales ¡por primera vez en la historia! Fue un día antes de
tomar una serie de aviones que me habían de llevar hasta San Francisco. En ese
momento pensé que si no podía ver el histórico encuentro daba igual. La
selección, por una vez, había hecho un papel digno en una competición mundial.
Ya le iba bien estando incluida entre los cuatro mejores combinados del mundo.
Si caía eliminada no pasaba nada, no podía considerarse una decepción,
sobretodo teniendo en cuenta que el rival al que habíamos de enfrentarnos era,
ni más ni menos, que la
nueva Alemania de Özil y Schweinsteiger, la de los once no
nacidos de la sangre de Sigfried, la que acababa de arrasar a la Argentina de
Maradona convirtiéndose con ello en la principal favorita al título.
Pues bien, nos encontrábamos de ruta turística en plena calle Haight, la que da nombre al histórico barrio
de San Francisco en donde nació el movimiento hippie, y al pasar frente a
un Sports bar vimos que ponían el
partido. Inmediatamente decidimos aparcar un rato el paseo y tomarnos una
cervecita frente a la gran pantalla. ¡En buena hora lo hicimos! ¡Que partidazo!
Posiblemente el mejor del Mundial 2010. Recuperando la esencia del tiki-tika que les llevó a ganar la Eurocopa 2008, los de Del Bosque se
merecieron el pase a la final por su juego y lo consiguieron… vaya si lo
consiguieron!!!... ¡con un cabezazo de Puyol que por poco no atravesó la red! La gente se volvió loca dentro del garito, repleto de
seguidores españoles, la mayoría de ellos sudamericanos con camisetas de España
más algún expatriado con la camiseta del Betis
y la gorra del Atleti, además de turistas
como nosotros. Peña llorando de la emoción y los lugareños aficionados al soccer rendidos a la
Roja. Algo mágico. Y de ahí a la final, que me tocó ver
en las condiciones que os he contado al comienzo. Más magia. Y al día siguiente
el capitán Casillas flanqueado por sus compañeros alzando la Copa ¡¡¡en portada
de Los Angeles Times!!! ¿Alguien da más?
Acabo de volver del viaje y vale que tal vez es un poco tarde para
escribir sobre esto… lo sé… pero creo que este humilde reconocimiento era
necesario, al menos para mí. Sobretodo porque no sé si volveremos a vernos en
una de estas.
domingo, 4 de julio de 2010
Tamara Drewe, de Posy Simmonds
La
señorita Drewe es una atractiva reportera de 29 años que con su retorno al domicilio
familiar, en plena campiña inglesa, va a cambiar el curso de los
acontecimientos de una pequeña comunidad rural. Muy especialmente en lo que
concierne a los habitantes del retiro para escritores Stonefield, dirigido por
el matrimonio Hardiman. Y es que la tipa no deja indiferente a nadie: hombres y
mujeres, escritores de éxito y escritores frustrados, profesores de universidad,
urbanitas y pueblerinos, adolescentes aburridos… Un torbellino de mujer que,
queriendo o sin querer, va a desencadenar oscuras pasiones y absurdas
tragedias.
Premio Esencial
Angoulême 2009 y Gran Premio de la Crítica ACBD 2009, Tamara Drewe es una excelente
novela gráfica escrita y dibujada por la británica Posy Simmonds. En ella nos
ofrece un retrato satírico de la Inglaterra de hoy en día, deliciosamente irónico
y cruel. Muy recomendable.
Encima,
me acabo de enterar que para el próximo 14 de julio se estrenará la versión
cinematográfica del cómic. Dirigida por el interesante Stephen Frears, autor de
películas como “La Reina” (2006), “Alta
fidelidad” (2000) o “La camioneta”
(1996) la adaptación viene protagonizada
en la pantalla por una de las actrices de moda, la guapísima Gemma Arterton. La
película fue presentada fuera de concurso durante el pasado Festival de Cannes y, según ha leído, se limita a
traducir en imágenes el guión de Moira
Buffini, quien a su vez sigue al pie de la letra la historia de Posy Simmonds.
No creo que me guste tanto como el libro, pero le daré una oportunidad.
Ahí
os dejo el trailer del estreno. Por
si le interesa a alguien:
sábado, 3 de julio de 2010
Perfil asesino. Siga probando caballero
Lo
primero que me viene a la cabeza, después de casi fumarme este libro (por la
velocidad de lectura, digo), es que es un tanto excesivo. Se suceden un porrón
de asesinatos a cada cual más dramático, en algunos casos tan
espectaculares que no sólo se vuelven increíbles, sino que rozan lo ridículo.
Pero es que encima, atendiendo a criterios puramente cuantitativos, parecen
demasiadas muertes para una novelita de poco más de 350 páginas. En fin, que
tengo la impresión de que al señor Connolly, John para los amigos, se le ha ido
la mano. Aunque
al autor parece que le va eso del exceso, “caballo grande ande o no ande”, porque peca
de eso mismo en la creación de tramas subtramas sub-subtramas y requetesubtramas, en el gran número de
referencias externas y/o flashbacks explicativos que introduce,
muy bien hilados, eso sí, pero bastantes más de los necesarios.
Sin
embargo, “Perfil asesino” no me ha disgustado del todo. En
primer lugar porque el planteamiento inicial es chulo y engancha de cojones,
pero nada que ver con los Stiegs Larsons
ni los Danes Browns de turno. A
diferencia de estos últimos, Connolly escribe muy bien, se nota que sabe
de lo que habla y, lo que es más importante, sabe como contarlo. Pero como he
dicho antes, el problema no radica en que lo que se narra tenga poco interés, sino en que son demasiadas cosas, demasiados detalles y
anécdotas, que encima nos llegan a través del prota, el detective Charlie
Parker, que acaba por ser una figura poco verosímil. Y es que, por muy buen
detective que sea, es difícil concebir que alguien sepa de tantas cosas.
La
historia en sí va de psicópatas y sectas religiosas, de asesinatos del pasado y
de purgas personales, de malas personas y de personas menos malas… Todo
comienza con el hallazgo
fortuito de una fosa común, a orillas de un lago en el norte de Maine por un
lado, con el asesinato de una médico abortista por otro, y con el extraño
suicidio de una joven investigadora relacionada de alguna forma con una
importante familia de la
zona. Todo apunta a que los huesos encontrados en la fosa son
los restos de un asesinato en masa, el de los miembros de una comunidad
baptista desaparecida sin dejar rastro hace más de treinta años. La conexión
con la investigadora suicida es justamente el objeto de su investigación: la
comunidad de los baptistas de Aroostook. Mientras que el enlace con la doctora
muerta es más complejo y no es oportuno desvelarlo aquí, por si os diera por
leer la novela. En
definitiva, que a la vista de que estos sucesos no están del todo claros,
alguien recurrirá al detective Charlie “Bird” Parker (como el conocido
saxofonista de jazz) para que aporte una explicación plausible.
.
En fin, que me ha decepcionado un poco. Sobretodo porque alguien de cuyas recomendaciones me fío mucho, el crítico cinematográfico Carlos Boyero, tiene en gran estima a John Connolly. De hecho si escogí esta novela, fue porque el salmantino, respondiendo a la pregunta de algún internauta, afirmó que los dos mejores episodios del universo Parker son "Perfil asesino" y "El camino blanco". No sé que pensar. Más adelante veremos si me leo el otro. Probablemente sí. Tiempo al tiempo.
.
En fin, que me ha decepcionado un poco. Sobretodo porque alguien de cuyas recomendaciones me fío mucho, el crítico cinematográfico Carlos Boyero, tiene en gran estima a John Connolly. De hecho si escogí esta novela, fue porque el salmantino, respondiendo a la pregunta de algún internauta, afirmó que los dos mejores episodios del universo Parker son "Perfil asesino" y "El camino blanco". No sé que pensar. Más adelante veremos si me leo el otro. Probablemente sí. Tiempo al tiempo.
viernes, 2 de julio de 2010
Aaltra
Cerveceando la otra noche con unos amigos
y tras agotar todos los temas relacionados con la Selección nacional y su
periplo mundialista, salió a la palestra la película Aaltra , producción franco-belga dirigida e
interpretada por Benoit Delépine y Gustave Kervern en el año 2004. Joder y me
alegró la noche, ¡m’a que soy fácil
de contentar! Y es que, no sé porque extraño motivo, mis recuerdos sobre esta maravillosa
bizarrada se mantenían ocultos en
algún rincón oscuro de mi quijotera.
¡Con lo que me gustó en su momento! Y eso que la vi casi por casualidad, sin
esperar nada y únicamente por que estaba apadrinada por el gran Aki Kaurismäki.
Pero ya desde las primeras escenas sabía que me iba a gustar.
Se trata de una road
movie protagonizada por dos vecinos, que viven en algún paraje rural al
norte de Francia y que no se pueden ni ver. Su odio es tal que reducen su vida
a buscar la confrontación, viendo como
pueden joder más a su “queridísimo” vecino. Hasta tal punto que un día, en el
transcurso de una violenta discusión, un remolque agrícola los atropella y les deja
parapléjicos. Ahí comenzará su particular reconciliación. Tras abandonar el
cuarto que comparten en el hospital y desechar, cada uno por su cuenta, la idea
de suicidio, coincidirán en la misma estación de ferrocarril. Allí convendrán
realizar un viaje hasta Finlandia, para cantarle las cuarenta a los fabricantes
de la maquinaria agrícola responsable de su accidente y además obtener una
compensación económica. A partir de aquí es cuando se inicia la odisea, un largo
viaje que los llevará por varios países, a bordo de sus sillitas de ruedas. Como
imaginaréis, en esas condiciones el trayecto se tornará en algo sumamente complicado.
Aunque lo mejor aún está por venir y me refiero al cúmulo de situaciones esperpénticas,
cuando no directamente marcianas, que se van a dar.
Muy
valorada por la crítica de los diferentes certámenes a los que se presentó,
pero con una escasísima distribución en cines, la película supuso para mí un
grandísimo descubrimiento. Y es que ese par de mimos, malcarados y
desagradables, destilan mala leche en cantidades industriales, ¡pero hacen
gracia! Todo lo que vemos en la película es muy triste en el fondo, pero te ríes
un huevo. Y es que sus co-directores (y co-protagonistas) han sabido sacar
humor de situaciones que en principio no parecen favorables a ello. Eso sí, humor
negro, ¡negrísimo!... capaz de alquitranar toda la red de carreteras del Estado.
Y
ese final…
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