A ver como abordo el tema este para que quede claro cual es mi punto de vista...
...ok, ya lo he pensado… ...allá voy…
En primer lugar decir que el hecho de que YPF, filial de Repsol en Argentina, sea una compañía “española” o “argentina” me la trae bastante al pairo y me explico. Tengo bastante claro que Repsol es una empresa que no se representa más que a sí misma y a los intereses de sus accionistas. El supuesto interés de la multinacional por España y los españoles queda clarísimo a la vista de la residencia fiscal de la mayoría de sus filiales en las Islas Caimán, o en el hecho de que, porcentualmente, pague muchos menos impuestos en España que los que pagamos cualquier hijo de vecino. Ello por no hablar de que nos suban el precio de la gasolina cuando les rota, sin atender ni a mi interés ni al del resto de mis conciudadanos. En vista de lo cual ¿por qué habría de preocuparme a mí que el gobierno argentino decida “nacionalizar” la filial argentina de Repsol? Sin embargo, no por ello voy a justificar lo que ha hecho esa populista que va de izquierdosa pero no lo es, llamada Cristina Kirchner (así, con apellido hebraico que mola más que el vulgar Fernández) y que actualmente ocupa la Casa Rosada.
No comentaría nada al respecto si, al igual que han hecho con anterioridad otros gobiernos latinoamericanos, Cristina Fernández hubiese ejercitado el legítimo derecho que asiste a la República Argentina de nacionalizar los recursos naturales vitales para su desarrollo económico. Lo hago porque, a poco que hurguemos en la decisión tomada desde Buenos Aires, estudiando los precedentes, se aprecia que la cosa no va tal cual nos la quiere vender el kirchnerismo dominante. La realidad nos indica que la expropiación decretada por Cristinita es una ley a medida que tan solo afecta al porcentaje del capital de YPF que estaba en manos de Repsol, no así a las acciones de los fondos de inversión estadounidenses ni tampoco a las que son propiedad de la influyente familia Eskenazi. También se excluye a otras multinacionales petroleras que operan en Argentina, como Shell, Petrobras o Exxon. Total que, como comenta Nacho Escolar en un interesante post, más que de “nacionalización” deberíamos hablar de una simple y llana estafa que, evidentemente, no está amparada por el derecho internacional. Y entre los estafados se encuentran principalmente los propios ciudadanos argentinos, a quienes se les está queriendo vender como beneficioso algo que probablemente no les perjudique, pero que difícilmente les va a hacer la vida mejor. Bueno a unos cuantos sí, a los nuevos “jefes” del petróleo beneficiados por el cambio de poderes y que responden a los apellidos Eskenazi o Kirchner.
Mención aparte merece la peripatética puesta en escena de la Kirchner con su séquito de dirigentes al servicio de sus intereses familiares, las soflamas patrioteras propias de otro tiempo (y otros regímenes) y demás tontás protagonizadas por el peronismo militante o las Damas de la Plaza de Mayo, que celebraron la decisión de la lideresa cerrando filas frente al "neocolonialismo" opresor de la antigua metrópoli. Tan sólo faltaba por allí Maradona o los nietos de Fangio para que este burdo intento de desviar la mirada de los ciudadanos argentinos fuese aún más ridículo. Supongo que esta escenografía patriotera le viene que ni pintada a la Presidenta, buscando un enemigo exterior para distraer y cohesionar al pueblo en un momento delicado, ocultando así las propias miserias. Comentaba esta mañana alguien en una tertulia radiofónica que Repsol es a Kirchner lo que fueron las Malvinas a Galtieri. Pues eso.
Y vale sí, también es cierto que la actuación del Ministro “baby Aznar” Soria, o la enésima desaparición de Mariano “el mudo”, también rozan el esperpento. Pero esa es otra cuestión incluso más interesante que el affaire en sí que me reservo para otro post. Este iba de histerias nacionalistas, “el último refugio de los canallas” en palabras de Samuel Johnson.
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