“Escribo historias inquietantes, que representan de forma exagerada lo que le podría suceder a cualquiera… No creo que exista la normalidad. Y si existe, la vida normal es la más perversa de todas.”Me encanta Niccolò Ammanitti. Me parece un fabulador maravilloso, magnético, un tipo capaz de escribir libros de los que has de leerte del tirón. Por eso quería leerme algo del Ammanitti de los inicios, de aquel caníbal que, a finales de los 90, se dio a conocer al lector español con el relato “Nochecita” –escrito en colaboración con Luisa Brancaccio- e incluido en la recopilación “Juventud Caníbal”. Pues bien, nada mejor que comenzar por el principio. Y lo primero de todo fue “Branquias”.
Cuenta Ammanitti que cuando escribió “Branquias”, año 1993, era todavía un estudiante de biología en la Universidad de Roma. Se pasaba todo el día en un laboratorio de neurobiología, haciendo los experimentos que le servirían para escribir una tesis titulada “Liberación de acetilcolinesterasas en neuroblastoma”. Pasó el tiempo y, tras unas cuantas páginas, la tesis dejó de hablar de neuronas, sinapsis y neuromediadores y contaba una historia extraña en la que aparecían cloacas, santones, malvados cirujanos y voluptuosas señoritas.
Y así se gestó “Branquias”, primera novela de Ammanitti, un libro ciertamente extraño. Pastiche irreverente e incluso festivo que habla de cualquier cosa menos de peces. Nos cuenta la historia de Marco Donati, un joven romano que regenta una tienda de acuarios, enfermo terminal de cáncer, con una madre obsesiva y una novia más pija que hecha de encargo. Donati, desconocemos si el trasunto de la propia figura del autor aunque algo sospechamos, cambia su apática vida en Roma por una aventura sin límites en Nueva Delhi. Una aventura psicotrópica, construida como una especie de road movie surrealista en la que los acontecimientos más alocados se dan cita. Para que os hagáis una idea, Marco decide marcharse a la India después de que una desconocida le realice un encargo. Se trata de una abuela británica que, a punto de morir, sueña con tener el mejor acuario del mundo. En el camino se topará con unos hare krishna que lo raptarán y de los que se escapará tan solo después de provocar un accidente de autobús. Comenzará así su deambular por una Nueva Delhi inverosímil, repleta de personajes a cada cual más extraño.
No cuento nada más para no chafaros el libro. Tan solo decir que, aunque no os lo parezca, el libro engancha y mucho. Sobretodo gracias al irracional escepticismo de su protagonista, Marco Donati, narrador de la epopeya y principal responsable de cantarnos las verdades del barquero. O sea, sus verdades, en ocasiones ridículas, muchas veces absurdas, pero siempre –o casi siempre- divertidas.
Ya para acabar destacar que el libro presenta una mezcla de géneros cuando menos interesante. Y es que la narración aparece trufada de elementos propios del splatter, de la novelilla de viajes, el sci-fi, del porno ñoña, la fantasía adolescente y la novelilla de aventuras. La argamasa que confiere firmeza a semejante engendro es el humor. Un humor que a veces es absurdo y otras, las más, negro ¡negrísimo! Vamos, tan negro que podría hasta rapear.
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