martes, 30 de abril de 2013
La caza (Jagten)
Cuenta Thomas Vinterberg que el origen de “La caza” está en una oscura y fría noche de invierno de 1999. Al parecer alguien se presentó ante la puerta de su casa y allí mismo, en medio de la nieve, empezó a hablarle sobre niños y fantasías infantiles. El tipo, a la postre un conocido psicólogo infantil, mencionó conceptos como los recuerdos reprimidos y le entregó unos papeles en los que explicaba su teoría sobre el pensamiento como virus. Vinterberg se acojonó y despachó al tipo como buenamente pudo y aunque conservó el fajo de papeles no se atrevió a leerlos. Pasados diez años y por un asunto de índole personal, los caminos del realizador danés y el psicólogo loco volvieron a cruzarse. Eso llevó a que Vinterberg rescatara los papeles y les echase un vistazo. Y lo que leyó le pareció tan fascinante que decidió que había de contarlo. De ahí surge la historia de “La caza”.
“La caza” es la séptima película de Thomas Vinterberg y es igual de dura, o más, que todas las anteriores. Cuenta la historia de una caza de brujas en la época actual, la de un afable profesor de parvulario al que acusan falsamente. Como consecuencia de ello la histeria y el pánico se apoderan de una pequeña comunidad mucho más tradicional en sus planteamientos de lo que cree. No existe duda alguna sobre la inocencia, pero da igual, el profesor es culpable a los ojos del populacho, convirtiéndose en el blanco del odio de sus habitantes. De un día para otro sus amigos de siempre le darán la espalda y hasta su hijo sufrirá las consecuencias del repudio.
Película que no deja indiferente a nadie, os sobrecogerá u os asqueará, o blanco o negro porque aquí no hay espacio para la gama de grises. Con una interpretación brillantísima de Mads Mikkelsen que le valió el premio en el último Festival de Cannes. ¡Y muy honesta! Lo que no es poca cosa, visto lo visto últimamente. Vinterberg va de cara con el espectador, ni lo trata de tonto ni lo engaña, renuncia a los trucos barriobajeros, porque aquí no hay sitio para la trampa: lo que se ve es lo que se cuenta.
Vinterberg vuelve a demostrar que le sobra talento para contar buenas historias. Por muy turbias y malrolleras que estas sean.
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