El
asunto es el siguiente: José Bretón, un ex-militar cordobés de 38
años cuyo último destino conocido fue Bosnia-Herzegovina, asesina a
sus dos hijos de dos y seis años para vengarse de su esposa, de
quien estaba en proceso de separación. El señor Bretón quemó los cuerpos de
las criaturas, a las que previamente había asfixiado tras
adormecerlas con somníferos, en un especie de horno creado al efecto
en la finca “Las quemadillas” de Córdoba. José Bretón es culpable y
por eso la Audiencia Provincial de Córdoba debe imponerle la máxima
pena que recoge el ordenamiento jurídico español para este tipo casos.
Esos
son los hechos. Los conocemos gracias a los medios de comunicación
que, desde el inicio de este truculento asunto, saltaron sobre este
caso como lo hacen las moscas sobre la mierda. Y adoptaron el papel
que les corresponde, osea, el de fiscal, el de acusador particular,
el de juez instructor y el de magistrado de la Audiencia. ¿El de
informar imparcialmente? Bueno, ese rol es menos importante. Así que, 40 años de trullo para el parricida. No hay más que hablar.
Ayer se celebró la esperadísima comparecencia de José Bretón
ante el juez. Según contaron los medios, que retransmitieron el
momento como si se tratara de un asunto de máxima prioridad
nacional, el acusado se mostró frío y manipulador e incurrió en
numerosas contradicciones. Los "especialistos" apostados en los
diferentes platós de televisión, atestiguaron que Bretón es un ser vil, que mató
a sangre fría a sus hijos, que su intervención en sede judicial
demuestra que es más falso que la falsa monea y que no hace más
que interpretar un papel para tratar de suscitar la duda razonable
entre los miembros del jurado. Osea, que el tipo es más culpable que Judas y punto. Que los
mató y no puede haber dudas al respecto. Y que eso es así, por que ellos lo valen.
Y a mí, que soy desconfiado de nacimiento, me vino a la mente el caso Wanninkhof. ¿Lo recordáis?
Y a mí, que soy desconfiado de nacimiento, me vino a la mente el caso Wanninkhof. ¿Lo recordáis?
Rocío
Wanninkhof, malagueña de diecinueve años, asesinada en octubre de
1999 en Mijas. Uno de los mayores ejemplos de despropósito
judicial-mediático producidos en la historia de este país. Un caso
de error jurídico grave en el que tuvo especial relevancia el
ambiente de histeria popular creado por los medios de comunicación.
Como consecuencia, Dolores Vázquez fue declarada culpable de la muerte de
Rocío por un jurado popular que debió ver mucha tele y escuchar a
demasiado indocumentado metido a periodista. Unos años después se
descubrió el error al resolverse otro caso de desaparición, el de
la joven Sonia Carabantes. Eso fue en agosto de 2003. Resulta que el ADN
del asesino de Sonia coincidía con el ADN encontrado en las pruebas
del caso Wanninhhof y no era el de Dolores Vázquez, en la cárcel por aquel entonces, sino el de un
súbdito británico residente en la zona y con un amplísimo historial
delictivo en su país.
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