"Siempre que Henry Wilt sacaba al perro a pasear o, para ser más precisos, cuando el perro lo sacaba a él, o, para ser exactos, cuando la señora Wilt les decía a ambos que se fuesen de casa para que ella pudiese hacer sus ejercicios de yoga, Henry siempre seguía la misma ruta. De hecho el perro seguía la ruta y Wilt seguía al perro".
Wilt (1976)
Hace
ya un montón de años que no leo nada de Tom Sharpe. Durante mi
adolescencia era bastante habitual que alguno de sus libros se
hallara sobre mi mesita de noche y que antes de acostarme le dedicara unos minutos a ese humor corrosivo, a veces cruel, marca de la casa.
Las carcajadas que se filtraban desde mi ventana llegaron a escamar a
unos vecinos que, sin duda, pensaron que al niñato del tercero se le
había aflojado algún tornillo.
La
obra de Sharpe es extensa e irregular, mientras que sus temáticas
son variadas. No puedo opinar de sus libros sobre el Apartheid ya que
no me he leído ninguno, pero sí sobre la serie “Wilt” y alguna
que otra novela como “Becas flacas” o “Lo peor de cada casa”.
Se trata de libros en los que el autor londinense ataca duramente
tanto al sistema educativo inglés, como a la burocracia, a la
política británica con Thatcher a la cabeza, al puritanismo
imperante o a la estupidez en general. Pero sobretodo son libros que
hacen gracia y aunque solo fuera por eso ya merecerían ser leídos.
No le quitemos valor a quien es capaz de
hacernos reír
ya que no es tarea fácil. Más aún en estos sombríos tiempos que
nos toca vivir.
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