...que
es como a Sílvia Pérez Cruz y a Raül Fernandez Miró les gusta
escribirlo. Por el fruto del granado, comestible, ovalado, de corteza
dura y delgada, granulado y dulce en su interior. Pero también por
ese proyectil, hueco, de pequeño tamaño, explosivo y capaz de
generar una destrucción impropia dadas sus dimensiones. Así es como
definen ambos este "granada", segundo álbum firmado por la
ex-componente de Las Migas, primero junto al líder de Refree. Un
disco que engrandece el encanto de la nostalgia hasta tal punto, que
la R.A.E. debería aceptar una tercera acepción de “granada” en
el diccionario de la lengua española, en homenaje a este exuberante
disco de versiones/adaptaciones. Una maravilla que este menda ya
situó en el top ten de recomendaciones extraídas de la rica cosecha musical 2014 y es que, creedme, no es para menos. Porque el álbum,
escucha tras escucha no para de crecer. Y no os digo nada después de
disfrutar de su traslado al directo. ¡Que cosa más
tremebunda!
Y
es que anteayer por la tarde-noche, tuve la suerte de ser uno de los
pocos valencianos y/o residentes en el Cap i Casal que presenciaron
la defensa de "granada" sobre las tablas. Fue en el teatro
Olympia, marco incomparable para desgranar los cortes incluidos en un
disco que no tiene desperdicio. Fue algo mágico. Muy grande.
Irrepetible. Casi dos horas y media de bolo incluyendo bises y hasta "trises" -o como coño se diga eso- pero de los de verdad.
Nada del paripé al que casi todas las bandas nos tienen
acostumbrados. Porque esa noche todo se produjo en perfecta sintonía.
La de un público heterogéneo absolutamente entregado a la causa y
la de una pareja de artistas encantados con la gente, incluso
emocionados, siempre prestos a satisfacer las demandas del
respetable.
Muchos
consideran a Sílvia Pérez Cruz como una de las mejores voces del
momento. Uno de los fenómenos del año pasado sin duda, si bien la
artista de Palafrugell ya lleva unos años dando el callo. Ayer quedó
sobradamente demostrada su valía. Que voz, madre mía de mi alma...
¡Menudos pulmones tiene la gachona! Y que variedad de registros...
Pero sobretodo, que belleza y que entrega. Las manos de su compañero
de correrías, el mencionado Raül Fernandez, tampoco le fueron a la
zaga. Y si me apuráis, hasta el encargado de iluminación, ya que,
como reconocieron los propios artistas al final del show, esos
magníficos juegos de luz son algo fundamental para esta gira. Algo
que embelleció muy mucho un espectáculo ya de por sí bellísimo.
La
cosa empezó por el célebre "Abril '74" de Lluís Llach y
continuó con la "Tonada de luna llena", una de las coplas
más conocidas del venezolano Simón Díaz. Ya desde ese momento
tenía a todo el público metido en el bolsillo. Siguió con el mix
alemán Heine – Schumann con "Im wunderschönen monat mai"
/ "Aus meinen tränen spriessen", que sonaron dulces pese a
lo aspero de la lengua de Goethe. Inmediatamente después vino uno de
los momentos álgidos de la velada, con la aparición de las primeras lagrimillas, gracias a ese precioso "Hymne à l'Amour" de
Edith Piaf absolutamente embellecido por Sílvia y que me perdonen
los puristas. Llantos que no terminaron de secarse y ya estábamos
sumidos en "I get along without you very well (except sometimes)" de Nina Simone o de Chet Baker, que lo mismo me da
que me da lo mismo. Después sería el momento de "Mercè"
de Maria del Mar Bonet que a su vez daría paso, en un fantástico
cambio de registro, a la interpretación de "Acabou chorare".
Bonita canción compuesta a principios de los 70 por los Novos
Baianos y en la que Sílvia y Raül colaron una estrofilla del "Panis
et circenses" de los imprescindibles Os Mutantes. Golazo por
toda la escuadra.
La
segunda parte del concierto se inició con "Carabelas nada"
de Fito Páez y "Piedra en el camino" en una versión que
bebe mucho de la adaptada por Atahualpa Yupanqui. Ambas relecturas darían paso al no suficientemente conocido "Cant dels ocells"
de Pau Casals, en su versión cantada. Ese fue el prólogo al segundo
gran momento de la noche o, porque no decirlo, al auténtico
momentazo de la noche y que fue, como no podía ser de otra manera,
la portentosa readaptación de dos clásicos del tristemente
fallecido Enrique Morente. Hablo de ese "Compañero (Elegía a
Ramón Sijé)", cuya letra e inspiración pertenece a don Miguel
Hernández y a su amigo Ramón, y por supuesto "Que me van aniquilando", perfectamente enlazada. Un momento
de emoción generalizada, incluso de catarsis, al que el público
respondió con un atronador aplauso que pareció no iba a tener fin.
Creo recordar que fue en ese momento cuando Sílvia comenzó con sus habituales juegos capilares, recogiéndose la melena para poco después volvérsela a soltar y luego colocarla de otra manera... a la vez que relajaba un tanto el ambiente con la deliciosa y desenfadada interpretación de "Albert", composición que supone un pequeño homenaje al loco de "Albert Pla" y que comienza con estrofas de la divertida "Papa, jo vull ser torero". Después de esto, tiempo para retomar a Lluís Llach con su versión musicada de las "Corrandes d'exili" de Pere Quart que un servidor recuerda más por la de su paisano Ovidi Montllor. Anticipo del sentido homenaje de Sílvia a sus padres: el desaparecido compositor de habaneras Cástor Pérez Diz y Glòria Cruz. Sería a través de una de sus creaciones, titulada "Vestida de nit", que sonó tremendamente emotiva, como casi todo en esta noche de ensueño. Y de ahí dieron paso, con nocturnidad y alevosía, al que debía ser el punto y final de un maravilloso espectáculo. Me refiero a ese "Pequeño vals vienés" de Lorca a través del "Take this waltz" de Leonard Cohen pasando por Morente & Lagartija Nick. Pero no... Tan solo era un punto y seguido. Aún nos quedaba la guinda en forma de bises.
Programado
estaba, como no, cautivarnos con la relectura de ese "Gallo rojo, gallo negro" compuesto por Chicho Sánchez Ferlosio y cuyo mensaje sigue tan de actualidad hoy
día. Por mucho que el buenismo de mis compañeros de trinchera les
incapacite para percatarse de cuales son, han sido y serán las
reglas del juego democrático en esta jodida España. Hubiese sido un
glorioso final, pero la gente quería más, ¡necesitaba más! Por
suerte, tanto la cantante gerundénse como el músico barcelonés, también lo deseaban. De ese convenio tácito
surgió una preciosa adaptación de "Cucurrucucú paloma". Preciosa a la par que extraña y es que, originalmente compuesta por el
mexicano Tomás Méndez, uno la recordaba muy diferente en boca de
Caetano Veloso, Celia Cruz, Harry Belafonte y hasta de Julio Iglesias.
Ya para terminar y esta vez de verdad, Sílvia y Raül se despidieron
de todos nosotros con "Menuda"
de Joan Manuel Serrat.
Uno
de los conciertos del año sin duda alguna. Uno de los conciertos de
recordaré durante toda mi vida y lo digo en serio.
Así que, gracias y hasta la próxima pareja de cracks. Espero y deseo que el retorno hasta estos parajes no se haga de rogar demasiado.
Voy a tener que revisar de nuevo semejante ungüento ya que tus pasionales palabras me envuelven. La verdad es que no he tenido tiempo de profundizar después de su inclusión en tu lista. Y mira que a Raül le tengo un cariño y respeto infinito, después de que lo entrevistara y acara en largísima charrada para un fanzine allá por sus años de Élena. La verdad es que le debo una, el fanzine se fue a la mierda y no acabó publicándose.
ResponderEliminarJajajaja. No me hagas mucho caso... Bueno, o sí, 'manque sea por la deuda contraída con Raül. A mí es que la voz de esta chica me llega. Y me da igual que lo haga en castellano, en inglés, en catalán, en francés o en portugués, lo cual me parece algo mágico. Me pone la piel de gallina.
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