Íñigo
Domínguez es vasco y además reside desde hace mucho en la bella
Italia. Es más, según parece, su relación con el país que le vio
nacer, se limita a pasar las vacaciones en familia y visitar a los
amigotes de la infancia. Cuando este corresponsal de El Correo en
Roma decidió embarcarse en el proyecto del que ahora os voy a
hablar, llevaba la friolera de siete años fuera del territorio
nacional. Y según el mismo reconoce, apenas si conocía la costa
mediterránea, más allá de que, posiblemente, alguna vez se halla
rustizado en las playas de Salou o hasta zampado algún remedo de
pintxo de los que se elaboran en las "tabernas vascas" de
Benidorm. Al margen de todo eso, no existen dudas sobre que
Domínguez se ha convertido y por méritos propios, en uno de los
periodistas españoles actuales más interesantes. Un tipo con unos
puntos de vista que no son solo respetables sino que además, en la
mayoría de ocasiones, considero acertadísimos. Y sus proyecciones,
nunca gratuitas, se acercan peligrosamente al concepto de
premonición. Valga como ejemplo la nota previa a la primera edición
de "Mediterráneo descapotable" (Libros del KO, 2015):
"Cuando
iba y venía de vacaciones tenía una sensación creciente de que
todo el mundo se estaba volviendo loco y mi país cada vez me gustaba
menos. La degeneración del paisaje visual, el explícito, me parecía
a mí, era resultado de un concreto paisaje moral, oculto, o no
tanto. En verano ya se empezaba a sentir que algo no iba bien -ya
habían saltado las primeras alarmas por el desplome de la venta de
pisos- pero ni nos imaginábamos el auténtico significado de la
palabra crisis, que íbamos a descubrir enseguida, en caída libre."
El
viaje que da origen a este libro y consiguientemente a este tipo de
reflexiones, se produjo durante el verano del 2008. Al poco tiempo
quedaría oficialmente inaugurada la crisis que aún hoy día
perdura, con la celebérrima quiebra de Lehman Brothers -el banco,
que no los maravillosos diyéis-.
La
idea inicial era recorrer parte de la costa mediterránea, visitando
sus principales enclaves, en tan solo un par de semanas y a bordo del
descapotable que se cita en el título. El viaje comenzaría por
Collioure (Francia), desde la tumba en la que reposan los restos de
Antonio Machado, para terminar en ese esperpento llamado Gibraltar.
Estamos por lo tanto ante un libro de ruta, escrito de forma amena e
incluso divertida, aún cuando lo que hay detrás tiene poco de
gracioso. De ahí que muchos de los chistes y bromas recogidas
enmascaren furibundas críticas. A fin de cuentas, el distanciamiento
obligado del periodista respecto a las realidades que presencia, le
permite captar con mayor objetividad los defectos de un país ya en
plena crisis, aunque por aquel entonces casi nadie fuese consciente
de ello. Así es como vamos asistiendo a una relación detallada de
desmanes, que van in crescendo conforme descendemos
por la A-7. Y es que, visto lo visto, las barbaridades cometidas en
Lloret de Mar o Burriana palidecen ante los despropósitos y las
corruptelas que han campado a sus anchas en diferentes enclaves de
las provincias de Málaga y Alicante o la región de Murcia.
Pero
lo más interesante de este road-book, viene al final del
viaje. Íñigo Domínguez se ha peocupado de redactar un apéndice
actualizado a fecha de anteayer, el cual podría resumirse con el
profético a la par que castizo "de aquellos polvos, estos
lodos". Las casi cien páginas en las que consiste esta especie
de informe sobre la corrupción mediterránea, debería avergonzarnos
a todos aquellos que somos y/o habitamos a la vera del Mare
Nostrum. El sinfín de corruptelas,
la cantidad de políticos chapuceros y el tamaño de las tramas de delincuencia financiera que han
aflorado durante los últimos años en esta parte del país, son una cosa tremenda. Increible que hallamos consentido que se llegara hasta ese punto. Y todo por culpa de un concepto mal entendido
de lo que supone es la mediterraneidad. Turismo de Sol y playa que
muchos -¡demasiados!- interpretaron como turismo de pelotazo y a
huir.
También
podríamos ver este "Mediterráneo descapotable" como un
cuento moral. Una lamentable historia de tontos y/o malos en la que se
nos conmina a aprender de nuestros propios errores y a no volver a insistir
en ellos. Aunque es más bien un deseo que un mandato. Basta con oír
a ciertos políticos de la terreta para darnos cuenta de que el
cambio de modelo y sobretodo de mentalidad aún anda lejano.
En definitiva, una recomendable lectura veraniega. Casi fundamental para aquellos que siendo de por aquí, aún no se han aprendido la lección...
Ah! Que no se me olvide... Me parece un
gran acierto por parte de la editorial, el haber ilustrado cada uno de los
diecisiete capítulos de este libro-viaje, con otras tantas viñetas
firmadas por mi amigo Esteban. Una serie de ilustraciones marca de la
casa que le van como anillo al dedo a este librico.
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