Ya son varios los amigos, conocidos y otras gentes
del Facebook a quienes he leído o escuchado manifestarse sobre la supuesta mala
cosecha musical del año en curso. El asunto no es nuevo. El sonsonete viene
repitiéndose año tras año y mucho me temo que el que viene será lo mismo. Quién
sabe si hasta peor. Hay quienes afirman con un dolor para nada impostado, que la música está
atravesando su peor momento creativo. Al menos en su historia reciente, porque
ya sabemos cómo funciona el asunto y lo socorrido que son los bucles melancólicos.
Por lo que mi respecta y parafraseando a Les Luthiers, cualquier tiempo pasado
fue anterior. Lo de si fue mejor o peor podemos discutirlo con unos vinos. Y
vale, ya lo sé, de ahí a decir que estos defiendan que el negocio ha muerto, como doy a entender
con el título de la entrada, media un trecho. Pero vaya, que viendo la tendencia,
todo se andará.
A ver, como sabréis los que me seguís por aquí, suelo
elaborar listas de recomendaciones discográficas tremendamente subjetivas y aún
más discutibles. Haciendo recuento de lo que llevo comentado este año, ya me salen más de treinta referencias. ¡Y eso que aún quedan meses para cerrar el año! Quizás mi
problema es que sigo disfrutando de escarbar allí donde haga falta y no me
importa rendirme a propuestas de diverso pelaje. Transitando incluso por senderos por los que juré no pasar. Siguiendo la luz de las
luciérnagas, como una vez comentamos con el Crespo. Así pues, ¿qué queréis que
os diga? ¿Que la remesa de discos y canciones de este 2019 es peor que la de 1965, que la del 76 o que la de hace diez años? Pues ni lo sé ni me importa. Digo yo que a lo mejor el
problema no es tanto categorizar como aceptar que, por lo que sea, hemos
perdido el apetito, o no podemos darnos el tiempo suficiente, o ya no hay ganas de investigar y preferimos volver a aquellas cosas que tan felices nos hicieron antaño. También se puede
optar por la técnica del amigo Gus. Un pringao que venía conmigo al
instituto y que tenía un númerus clausus de coleguitas anotados en una libreta.
La mítica AAG o Asociación de Amigos de Gus. Tal cual. Y me diréis, ¿esto que tiene que ver? Pues que el tipo defendia la existencia de un cupo
inalterable de amiguetes que funcionaba en base al dejen salir antes de entrar. Una gilipollez
superlativa, vaya. Pero me he topado con quien lo aplica a esto de la música. Ver para creer.
Recuerdo que cuando era un crío e iba a la playa con mis padres,
utilizaba el fardapollas que me habían comprado en algún mercadillo y me
veía hasta bien. De hecho me encantaba ir así, como mi padre, primer ídolo como
el de cualquier niño chico. Con el transcurrir de los años opté por alargar los camales del traje de baño al igual que todos
los de mi edad. Y así fue como empecé a ver ridículo a mi padre y a sus
amigos, empeñados en lucir su tradicional bañador slip. Ahora que tengo la edad
que tendría mi padre por aquel entonces, soy yo quien avergüenzo a las nuevas generaciones, usando un bañador demasiado largo para sus estándares. Y es que todos
nos quedamos anclados en algo en algún momento de nuestra vida. Algunos seguimos
usando el mismo modelo de bañador,
mientras que otros siguen defendiendo que la música se acabó con los Beatles,
los Rolling o Led Zeppelin. Pero al igual que se siguen diseñando bañadores
chulos, también afloran propuestas de buen rock, pop, rap, metal, punk... y hasta nuevos
géneros y estilos. Que ahora que lo pienso, igual es un poco eso. Demasiada gente
pasa de cualquier melodía, armonía o ritmo
que
se aleje un ápice de lo que lleva escuchando toda la vida. Y oye, que me parece
de puta madre, pero que a ti no te interese algo no significa que sea una
mierda. En todo caso y vistas las cosas, podría ser hasta peor. Hay quienes
defienden estas mismas tesis pero poniendo a U2 en el cénit de la creación
musical. Que hay que tenerlos…
Por lo que a mí respecta, sigo gozando con lo
que viene y esperezándome por lo que vendrá. Tengo mis ídolos, claro, mis referentes a los que retorno cuando me apetece y en los que me refugio
cuando más lo necesito. También soy presa de prejuicios e inquinas muchas más
veces de las que me gustaría. Pero me mantengo inasequible al desaliento. Tampoco necesito
esa convulsión en el panorama musical que muchos reclaman. A ver, que si se nos
viene otra nueva ola, ¡de puta madre! Pero tampoco la necesito. Y es que, como dijo Laporta aquella vez, ¡que no estamos tan mal hombre! Eso y que paso de pedirle peras al olmo, lo que tampoco significa
que sea conformista. Mierda hay a raudales, pero antes también. Con todo y con eso siguen apareciendo joyitas, solo es cuestión
de saber donde cavar y hacerlo hasta que sangren las manos. En esa búsqueda constante me sigo topando
con cantidad de elepés que me alegran la existencia. Si son mejores o peores que los de
antes, ya lo valoraré el día que haga recuento de mi paso por este mundo. Y aún
falta para eso. Espero. Confío. Cruzo los dedos.
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Dejo esto por aquí. De descubrimiento tiene bien poco, pero como es lo que andaba escuchando...
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