lunes, 2 de febrero de 2009

Noches de cocaína


Publicada en 1996, “Noches de Cocaína” se erige como una de las obras más importantes de J. G. Ballard si bien, es más reconocido por escribir cosas como “El mundo sumergido” (1962), “La isla de cemento” (1974), “Rascacielos” (1975), “El Imperio del Sol” (1984) o “Crash” (1984), las dos últimas llevadas a la gran pantalla por Steven Spielberg y David Cronemberg respectivamente.

Ya había leído algo más de este autor, no guardando un gran recuerdo de ello. Pero vaya, que cedí a la efusiva recomendación de un crítico radiofónico con el cual tengo ciertas afinidades lectoras. Además, sentía cierta curiosidad por ver el tratamiento que de sus compatriotas realizaría Ballard. Y lo digo por las hordas de residentes británicos afincados a lo largo y ancho de la costa española y portuguesa, que no son precisamente algo de lo que el Imperio fundado por Isabel I se haya de sentir orgulloso.

Y es que el libro nos sitúa en uno de esos patéticos residenciales-geriátricos destinados a guiris octogenarios que copan la Costa del Sol. Sí, esos poblados fantasmas que siguiendo el modelo Benidorm, constituyen la vergüenza del litoral español. Prácticamente destruido a causa de la voracidad recaudatoria de las haciendas locales, siempre dispuestas a conceder licencias urbanísticas a promotores de medio pelo que se han hecho de oro vendiendo propiedades a esas gentes provenientes de países sin sol y cuya máxima aspiración consiste en tumbarse sobre una hamaca y agarrar un cáncer de piel... Para luego tratárselo en nuestros hospitales públicos, que tiene huevos la cosa.

El caso es que, en una de esas ubicaciones -Estrella del Mar en la provincia de Málaga- se produce un quíntuple asesinato del cual se auto inculpa el hermano de nuestro protagonista. El menda, que es un escritor de guías de viaje, no dudará en viajar hasta allí con tal de salvar el pellejo del broda'. Pero al poco de llegar se percata de que las cosas son demasiado extrañas y las explicaciones demasiado endebles como para no desconfiar de la versión oficial. Más aún cuando la propia policía le confía que no las tiene todas consigo.

El tipo pasará rápidamente del habitual recelo hacía las autoridades y la policía de un país que considera inferior al suyo, a desconfiar de los amigos y vecinos ingleses, miembros de una idílica comunidad de residentes cuya vida transcurre entre actividades deportivas y culturales, cocaína, alcohol y sexo. Unas gentes que saben más de lo que cuentan, porque no están dispuestos a arriesgar su paraíso particular. Aceptando por tanto que uno de ellos sea el cabeza de turco. Conforme van pasando las páginas, vemos como bajo la civilizada superficie de Estrella del Mar se esconde un submundo de crímenes, drogas y sexo ilícito orquestado por una enigmática figura. Alguien con un poder magnético capaz de arrastrar a cualquiera.

Y eso es “Noches de cocaína”. Más o menos. Una lectura interesante y sobre todo muy entretenida.

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